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Columna
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Cosas del crepúsculo

Ninguno de mis alumnos sabía lo que significa la palabra crepúsculo. Es más, excepto a dos de ellos, ni siquiera les sonaba, no la habían oído nunca. Vi cómo los dos a los que sí les sonaba, un alumno y una alumna, escarbaban en la memoria para dar con la cosa. De pronto, al alumno pareció encendérsele la bombilla y exclamó: ¡ah, sí!, ¿el crepúsculo no es la piel que recubre el pene? Le corregí, y expliqué para todos lo que significa la palabra y que el prepucio nada tiene que ver con ella. Entonces, con gesto de desaliento, la alumna a la que también le sonaba la palabra dijo: a mí sí me sonaba, pero no a eso, sino al nombre de algún hueso. Ya ven en qué van quedando las dulzuras del crepúsculo, aunque todavía parece conservar una resonancia erótica, eso sí, algo chabacana. ¿Podremos suspirar en adelante ante el crepúsculo sin que nos malinterpreten? ¿Acertaremos si hablamos de una excitación crepuscular, un elegante eufemismo para referirnos a lo que ya todos debemos de estar pensando?

Leo que un grupo de psicólogos de Chicago y Toronto ha realizado una investigación que pone en duda la existencia de la bisexualidad masculina. Se es homo o hétero, pero no bi. Poco importan los hechos, y ya puede usted demostrar que lo ha hecho cien veces para aquí y cien veces para allá que no le servirá de nada. La existencia no precede a la esencia, en contra de lo que se pensaba hace cuarenta años. Ya no se construye, sino que se descubre, y la tarea de una vida es la de hallar su verdad, que está siempre en el origen, es como una idea platónica impresa en los genes. Unas cuantas películas eróticas y un sensor en la zona crepuscular bastan para descubrir la esencia. Lo hicieron con 101 varones de las tres tendencias, y los que se declaraban bi resultaron ser homo en sus dos terceras partes y además unos mentirosos: su excitación crepuscular no dejaba lugar a dudas. ¿Ventajas de la tolerancia moderna?

Podríamos pensar que la construcción era fruto de la represión y que hoy se descubre porque todo está permitido. La verdad ante todo, y ésta ya no necesita encubrirse. Sin embargo, es curioso que se trate de borrar del mapa la indefinición, que no goza del estatus de la verdad. Al menos de la verdad masculina, que ha de ser siempre dura, bien delimitada. Pues leo en la misma información del New York Times que una investigación similar realizada en los noventa con mujeres daba resultados muy distintos. La autora del estudio concluía que no sólo sí existe la bisexualidad femenina, sino que todas las mujeres, declaren lo que declaren ser, tienden a ello. Las mujeres siempre se han movido mejor que los hombres en zonas de indefinición y de perfidia. ¿No les suena todo esto?

La excitación crepuscular no sólo desenmascara la bisexualidad, pone también en un brete al bilingüismo. Sé muy bien que no se puede confundir bisexual con bilingual, aunque otra alumna mía, allá cuando el señor Clinton se entretenía con su becaría, se sorprendía con que se montara tanto escándalo por lo del sexo oral ya que ella no veía nada malo en que hablaran de sexo. Naturalmente, a aquella alumna no la saqué de su confusión. ¿Se puede ser bilingüe, o también ahí se es homo o hétero? Mis alumnos del crepúsculo son todos bilingües: estudian todo en euskera...y hablan todo en castellano. Es sorprendente la transformación que ha experimentado el euskera en unos años: ha dejado de ser lo que era, una lengua de uso coloquial y familiar, y se ha convertido en una lengua académica. No quiero prejuzgar las consecuencias, pero en principio parece un desatino. Luego, en lugar de estudiar a Wittgenstein estudian un disparate incomprensible. Y no es un problema de la lengua, no; es un problema de los lenguados.

Los lenguados son también homo, hétero o bi en su vida ordinaria, o al menos eso creen. Sin embargo, el sensor de la vida académica, que no debe de ser crepuscular ya que desconoce el crepúsculo, desmonta esa falaz creencia y los descubre a todos...¿héteros? Aquí la esencia es única y sólo entiende de resistencias. Si después los lenguados no comprenden a Wittgenstein, pues se aprietan las tuercas y se acabó. Todos al modelo único. Como el sensor ha descubierto que todos son euskaldunes, el que no consiga aprender nada no lo hará por incapacidad y no porque su lengua sea otra. ¡Qué listos son algunos! Esos seguro que sí saben lo que significa la palabra crepúsculo.

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