Un desafío colosal para Madrid
El presidente del COI, Jacques Rogge, anunciará hoy a las 13.30 la sede de los Juegos de 2012, la pugna más reñida de la historia
Pasada la media noche, un imprevisto silencio se apoderó de Singapur. Los principales responsables de las candidaturas olímpicas se retiraron a las habitaciones con gesto fatigado. Sebastian Coe, tan flaco como en sus años de emperador del medio fondo, ingresó en el ascensor, lo mismo que Alberto Ruiz-Gallardón, también consumido por la tensión y el trabajo de las últimas semanas. Faltaban nueve horas para el comienzo del proceso de designación de la sede de los Juegos de 2012, a la que aspiran Madrid, Nueva York, París, Londres y Moscú. La capital española cerrará a las 16.30, hora de Singapur, el turno de las candidatas. A las 19.30 horas (13.30 en España), Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional, anunciará la ciudad ganadora. Nunca como en esta ocasión, la pugna ha sido tan intensa, con una intervención tan masiva de líderes políticos, personajes influyentes y estrellas del deporte. Es la obra de Juan Antonio Samaranch, el hombre que giró el destino de los Juegos cuando alcanzó la presidencia del COI en 1981. De una crisis que estuvo a punto de acabar con los Juegos se ha pasado a un combate en el que han participado cinco de las principales metrópolis del planeta. En este contexto, Madrid tiene un desafío colosal, pero el optimismo se mantenía firme hasta las horas previas a la votación. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se agregó ayer a la delegación española y envió un mensaje nítido: "Me siento orgulloso de defender la candidatura de Madrid. Es una candidatura de lujo que nos une a todos los españoles y que representa la modernidad y el futuro, una candidatura vinculada a todo lo mejor del espíritu olímpico: la solidaridad, la cooperación, la apertura y el entendimiento".
En medio de las hostilidades que mantienen ingleses y franceses, el mensaje de Zapatero era de concordia. Madrid 2012 se ha desmarcado deliberadamente de cualquier ejercicio de tensión, ajena al zafarrancho que han librado las dos ciudades favoritas. Hoy se sabrá si puede salir favorecida de la pugna. El presidente de Francia, Jacques Chirac, llegó ayer a Singapur, pocas horas antes de que Tony Blair, primer ministro británico, abandonara la ciudad para volar hacia el pueblo de Gleneagles, en Escocia, donde presidirá la cumbre del G-8. Durante dos días había trabajado frenéticamente para borrar la ventaja que se otorgaba a París, ventaja que ya no es tan clara. Por detrás, los dirigentes de la candidatura de Madrid se expresaban con el mismo optimismo de días anteriores. Todos saludaban el enorme esfuerzo de la reina Sofía y de Juan Antonio Samaranch. "Todo nuestro agradecimiento a la familia real, por su ejemplo y por su prestigio. Son nuestro más poderoso aval", declaró Zapatero.
El presidente del Gobierno, junto a los máximos representantes de la delegación española, acudió a la apertura de la 117ª asamblea del Comité Olímpico Internacional, cuyo primer trabajo será elegir la sede de los Juegos de 2012. Jacques Rogge, presidente del COI, se refirió en su discurso de inauguración a la cerrada lucha que mantienen las cinco ciudades: "La elección no será sencilla a la vista de la altísima calidad de los proyectos". Y añadió: "Cuatro ciudades quedarán profundamente decepcionadas, pero deberían saber que una candidatura, aunque no sea elegida, siempre deja una herencia tangible". Rogge animó a las cuatro ciudades que salgan derrotadas a presentarse a la cita de 2016, pero en esos momentos nadie pensaba en perder. Todas las candidaturas habían desplegado su máxima potencia para arrancar los últimos votos. Juan Antonio Samaranch Salisachs, uno de los dos votantes españoles, junto a la infanta Pilar de Borbón, lo definió en estos términos: "Para Madrid será muy difícil lograr la victoria, pero no será más fácil para las otras ciudades". Esa es la sensación que se transmitía en todos los corrillos de Singapur, donde la candidatura de Nueva York también cobraba cierta fuerza.
Las conversaciones, cenas y reuniones se sucedieron durante toda la tarde. La agitación alcanzó hasta los momentos posteriores a la ceremonia de inauguración. En una recepción muy restringida, a la que sólo acudieron ocho representantes de cada candidatura, se encontraron José Luis Rodríguez Zapatero, Tony Blair y Jacques Chirac, junto a los miembros del COI. Todavía había tiempo para ejercer el arte de la diplomacia. Tres horas después la actividad decayó casi totalmente, al menos públicamente. Los vestíbulos se quedaron vacíos y los dirigentes de cada candidatura prefirieron apurar las pocas horas de sueño antes de enfrentarse a la noticia de la elección. Una elección decidida por 99 miembros del COI.
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