<i>Mozart 2005</i>
¿Quién se atreve a afirmar después de la reacción de ayer que el público de las premières del Real es frío? Se presentaban La Fura y Plensa en el coliseo de la Plaza de Oriente y eso, ya se sabe, pone a más de uno en guardia ante la posibilidad de algún desvarío escénico. Minkowski ya se llevó algún abucheo en la obertura, lo que indicaba que el ambiente estaba calentito. En cualquier caso fue precipitada y confusa. Se oyó de un espectador al final del primer acto la palabra "pobre" y se supone que quería continuar con "Mozart", pero el aluvión de ovaciones le ahogó la frase. Al concluir la función el público reaccionó con pasión, incluso en el conflictivo terreno escénico, donde los partidarios ganaron por abrumadora mayoría a los detractores.
La flauta mágica
Singspiel con música de Mozart y textos adicionales de Rafael Argullol. Director musical: Marc Minkowski. Dirección de escena: Carlos Padrissa, Alex Ollé, La Fura dels Baus. Escenografía y vestuario: Jaume Plensa. Con Borowski, Spence, Lis, Ribot, Santamaría, Miklòsa, Arnet, Ibarra, Díaz, Beaumont, Polegato, Goizé, Brutscher y solistas del Tölzer Knabenchor. Recitadora: Lola Dueñas. Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid. Coproducción con la I Ruhr Triennale y la Ópera Nacional de París. Teatro Real, Madrid, 5 de julio.
El montaje de La Fura y Plensa es de lo más respetuoso con la música. Plensa consigue con 12 colchones transparentes de 6 por 3 por 0,9 metros mantener el nivel de la narración desde un punto de vista plástico. Desde la concepción escenográfica de la ópera "dialoga" con su admirado Mozart. Hay cuadros hermosísimos desde una estética conceptual contemporánea, como el de los ganchos que acompañan la segunda aria de la Reina de la Noche, o el final, con esa ventana a la calle por la que circulan los autobuses, y que solamente Wernicke había utilizado antes en el Real.
Desnudez
La Fura pone los personajes y gestos de la cotidianeidad. Todos los cambios de escena se hacen a la vista del público. En esa desnudez y en la referencia a una mirada juvenil, el montaje enlaza con una visión aparentemente en las antípodas, la fílmica de Ingmar Bergman. La utilización expresiva de la luz, que dominaba en el montaje de Wilson, por ejemplo, aquí es reemplazada por la fabulosa utilización videográfica de Aleu y los efectos visuales brechtianos de un Freyer, pongamos por caso, son aquí sustituidos por soluciones tecnológicas.
Minkowski tuvo una actuación más que notable al frente de una entregada Sinfónica de Madrid. El reparto vocal, sin embargo, fue desigual. Lola Dueñas leyó en off los textos de Argullol desde el susurro y no siempre se la entendía. Careció de la fuerza en la dicción de la imponente Dörte Lissewski en el estreno en Bochum. En conjunto fue un espectáculo diferente, bien realizado, estimulante y un puntito arriesgado. En un momento incluso saltó una alarma y hubo que parar la representación. Hubo quien comentó en voz alta que era un efecto intencionado de La Fura. Hay que ver. Si es que no se puede estar tranquilo ya ni en la ópera.
Babelia
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