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Reportaje:

Jacques Chirac pone a caldo la cocina británica

El presidente francés se mofa del Reino Unido y su gastronomía tres días antes de asistir a la cumbre del G-8 en Escocia

No es ningún secreto que el presidente francés, Jacques Chirac, detesta al primer ministro británico, Tony Blair. A la tradicional rivalidad franco-británica se añade una larga serie de factores que alimentan la animadversión, los últimos de los cuales son la competencia abierta entre París y Londres -y Madrid, Nueva York y Moscú, claro- para obtener la organización de los Juegos Olímpicos de 2012, y la pérdida de peso del modelo de Europa comunitaria representado por Francia y Alemania en beneficio del modelo defendido por los británicos.

En Kaliningrado, con motivo de los 750 años de la ciudad, Chirac se encontró con sus homólogos alemán y ruso -Gerhard Schröder y Vladímir Putin, respectivamente- y pudo bromear a gusto sobre sus vecinos del otro lado del canal de la Mancha, según el diario Libération. "Lo único que han hecho los británicos por la agricultura europea es la vaca loca", dijo ante unos divertidos Schröder y Putin. El presidente francés recordaba así, en forma de puya, que la epidemia llamada encefalopatía espongiforme, causada por alimentar animales vegetarianos con piensos de origen animal, tenía su origen en Reino Unido. "Claro que no se puede confiar en un país con tan mala cocina", siguió Chirac antes de añadir: "Después de Finlandia, Gran Bretaña es el país en el que se come peor".

Para Chirac, el espanto que supone para él la hamburguesa como símbolo de la llamada cocina basura no es nada comparado con el vientre de oveja relleno que le hizo catar el escocés lord George Robertson, ex secretario general de la OTAN: "De ahí nuestras dificultades con la OTAN", precisó.

Estos comentarios se hacen públicos dos días antes de que Chirac viaje precisamente a Escocia, donde asistirá a la reunión del G-8 y a una cena que la reina Isabel II ofrecerá a los asistentes a la cumbre. Los portavoces de los Gobiernos francés y británico han preferido guardar silencio. "Hay cosas sobre las que es mejor no decir nada", se señaló ayer en Downing Street.

Respecto a la cuestión olímpica, Chirac también se permitió algunas bromas, como sugerir una organización conjunta París-Moscú, siempre y cuando "Moscú gane la selección de parte del Comité Internacional Olímpico (CIO)". Para el canciller alemán, esa solución está en la línea clásica de "los franceses, que siempre llegan a acuerdos, pero siendo otros los que pagan", apreciación que Chirac no desmintió: "Cojo el dinero de allí donde lo encuentro".

El dirigente francés partió ayer para Singapur, donde espera intervenir a favor de la candidatura de la capital francesa. Luego, sin conocer la decisión del Comité Olímpico, se embarcará para Escocia. Chirac llegará a Gleneagles muy debilitado. En el contexto europeo, su errática demagogia le ha privado de credibilidad; dentro del G-8, sus arrebatos antiglobaliza-ción no generan la menor simpatía y dentro de Francia, hoy, si tuviera que presentarse a una elección, sería derrotado por cualquier rival. Algunos medios han especulado incluso con la conveniencia de que Chirac no fuese a Singapur para no perjudicar las posibilidades de París. Pero el presidente se agarra a los Juegos como a un clavo ardiendo. La agresividad británica, que ha llevado a Londres a denigrar a las demás candidaturas, sirve para reforzar la adhesión popular con París. Chirac quisiera convertir los Juegos de 2012 en una repetición del Mundial de fútbol de 1998, cuando la victoria de la selección francesa le sirvió de base para reconstruir su maltrecha imagen entre las capas más populares.

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Jacques Chirac (derecha), Vladímir Putin (centro) y Gerhard Schröder, el domingo en Svetlogorsk, Kaliningrado.
Jacques Chirac (derecha), Vladímir Putin (centro) y Gerhard Schröder, el domingo en Svetlogorsk, Kaliningrado.EFE

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