Zarpazos a Badaia

Con su perfil de lomo de ballena, la Sierra Brava de Badaia es un espacio natural en excelente estado de conservación. Pese a la deforestación y los incendios que la asolaron hace décadas, hoy aparece cubierta en buena parte de sus laderas por un extenso encinar, uno de los más septentrionales de Europa. En algunos de sus vallejos crecen algunas de las encinas más destacables de Álava, y sus cumbres son refugio de una fauna y flora de montaña. Pero todo este esplendor natural puede tener sus días contados.

De hecho, Badaia ya ha comenzado a recibir los primeros zarpazos de un mal entendido progreso. Una descomunal y absurda pista que asciende a su cumbre por los rincones más íntimos del bosque, así como las obras incipientes de una central eólica, con su secuela de pistas, cables, y enormes aerogeneradores, amenazan con adulterar para siempre este entorno. Y todo esto para cumplir un decepcionante Plan de la Energía Eólica en Euskadi, que contempla, según datos del Gobierno vasco, generar menos del 3% de la energía que consumamos en el 2010. Eso sí, después de construir varias centrales como la de Badaia por toda Euskadi. Qué poca energía para tanto daño.