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Malestar en Polonia y Lituania por no haber sido invitados por Moscú

La cumbre informal de los líderes ruso, alemán y francés se ha visto ensombrecida por un escándalo diplomático provocado por la decisión del Kremlin de no invitar a los presidentes de Lituania y Polonia, los dos países de la Unión Europea que separan Kaliningrado del resto de Rusia. Los festejos del 750º aniversario de esta ciudad se están realizando sin sus vecinos orientales, lo que ha provocado un profundo malestar en Vilna y Varsovia.

La explicación dada por Serguéi Prijodko, asesor de Exteriores del presidente ruso, es una auténtica bofetada para lituanos y polacos. "El dueño es quien decide a quién invitar. Éste será un encuentro de amigos, que hablan el mismo lenguaje", señaló Prijodko, añadiendo que Rusia "ni siquiera se planteó" la posibilidad de invitar a los líderes de Lituania y Varsovia.

La posición rusa es producto del enfriamiento de las relaciones con esos países -además de con Estonia y Letonia-, por la agria polémica que se desató durante las celebraciones del 60º aniversario de la II Guerra Mundial. Para esos cuatro Estados, el resultado inmediato de la conflagración fue la ocupación de sus territorios por la Unión Soviética. Mientras tanto, los rusos se ven a sí mismos no como ocupantes, sino como libertadores, como los que salvaron del nazismo a los habitantes de esos países que hoy les critican.

El presidente polaco, Aleksander Kwasniewski, no ocultó su irritación la semana pasada en una entrevista televisiva, en la que no sólo criticó a Putin por no haberle invitado, sino también al canciller alemán Gerhard Schröder por sus especiales relaciones con Rusia y particularmente por el apoyo a la construcción de un nuevo gasoducto ruso, en parte submarino, que llegará directamente a Europa Occidental, saltándose el hasta hoy obligado tránsito por Lituania y Polonia. La ira de Kwasniewski es tanto mayor en cuanto que Varsovia es el segundo inversor en Kaliningrado.

Tensión con los bálticos

Las relaciones rusas también son tensas con los otros dos países bálticos, Estonia y Letonia, con los que aún no han delimitado las fronteras. La firma del acuerdo con Letonia, previsto en un principio para los festejos del 60º aniversario de la victoria en la II Guerra Mundial -que, por cierto, boicotearon Estonia y Lituania-, fracasó porque Riga acompañó el documento, en el último momento, de una declaración que para Moscú significaba que en la práctica se mantenían las pretensiones territoriales letonas.

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Además, la semana pasada Rusia anunció que retira su firma del tratado con Estonia firmado el 18 de mayo. El motivo es que los estonios, al ratificarlo, lo acompañaron de un preámbulo que, de aceptarlo Moscú, podría interpretarse, según los rusos, como un reconocimiento de la ocupación de Estonia y su ilegítima absorción por parte de la URSS.

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