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EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL

Delirio en Chueca

Las calles del barrio madrileño se convierten en el escenario nocturno de la gran fiesta arco iris

Andrea Rizzi

Las calles y los bares del madrileño barrio de Chueca apenas pudieron contener la vibrante alegría que los recorrió anoche. Quizás nunca esas calles y esos bares habían visto tanta felicidad toda junta, toda a la vez.

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Las calles y los bares del madrileño barrio de Chueca apenas pudieron contener la vibrante alegría que los recorrió anoche. Quizás nunca esas calles y esos bares habían visto tanta felicidad toda junta, toda a la vez. Desde la fuente de Cibeles, la calle de Serrano y la plaza Colón, decenas de miles de personas -como una ola- se dirigieron hacia Chueca, el barrio que es la estrella polar de la comunidad homosexual de Madrid, para seguir celebrando a lo largo de la noche la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo.

El sol acababa de aliviar a los manifestantes desapareciendo tras el horizonte de los techos madrileños cuando ya se veían riadas de personas erncaminarse hacia Chueca. Acercándose al barrio, la densidad humana crecía y, con ella, la alegría. Los oídos recuperaban el latido que había dado ritmo la tarde. Y los cuerpos -mayoritariamente prevalentemente jovenes, y que a veces ostentaban su belleza de forma bastante explícita- fluían con dificultad entre las barras de los bares puestas en la calle para aprovechar mejor la ocasión o se paraban en las plazas, moviéndose al ritmo de alguno de los tres escenarios preparados en el barrio. A las 23.00, cuando ya se circulaba con gran dificultad, desde la boca del metro de Gran Vía todavía salían montones de gente que se encaminaban a la fiesta. Los colores arcoiris los delataban.

En la fiesta, como en la manifestación, se mezclaban homosexuales y heterosexuales. Españoles y extranjeros, turistas que aprovechaban la ocasión. Un grupo de chicos italianos lo dejaba bien claro: "Yo no me acuerdo haber estado en una fiesta así en mi vida...". Sus amigos, mientras, no paraban de bailar. Que la música en muchos casos no fuese de gran calidad, daba igual. La armonía no procedía de los latidos estereofónicos de los bares o de los escenarios.

Todos subrayaban que "se trataba de un día historico", que estaban "orgullosos de que España se pusiera a la vanguardia" en una materia parecida. Una fiesta con un motivo tiene más valor.

La fiesta nocturna en las calles del barrio madrileño de Chueca.
La fiesta nocturna en las calles del barrio madrileño de Chueca.SANTI BURGOS
Una chica celebra el Orgullo a ritmo de tambor.
Una chica celebra el Orgullo a ritmo de tambor.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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