_
_
_
_
Crónica:CARTA DEL CORRESPONSAL | Roma
Crónica
Texto informativo con interpretación

La 'playa' del Vaticano

Enric González

Aún habrá amantes de la aventura exótica que hablen de una playita sahariana cerca de Nuadibú, o de una cala recóndita en Cuba, o de un atolón misterioso en el Pacífico sur. Pero eso es agua pasada. Lo más fuerte del verano se llama Tevere Village y es, para entendernos, la playa del Vaticano: un lugar para tomar el sol y darse un chapuzón bajo el castillo de Sant'Angelo, con la cúpula de San Pedro al lado y con un paisaje maravilloso alrededor.

Palmeras no hay, ni arena, ni mar. Y el río está sólo para mirarlo, porque hace años que nadie se da un baño en el Tíber y vuelve a la orilla con la piel entera. Pero el Tevere Village, recién abierto en Roma, ofrece otras ventajas. Los religiosos disfrutan de la cercanía de la oficina central de Dios en el mundo y pueden refrescarse después del sol en la penumbra de la basílica o ir de compras en los tenderetes de rosarios y fotos de Juan Pablo II (siempre superventas) y Benedicto XVI (menos comercial, pero con el atractivo de la novedad).

Los impíos se entretienen contando los curas que se asoman a la balaustrada para echar un vistazo (los pechos al aire se toleran de momento) o considerando, o tempora o mores, que hace exactamente tres meses esta playa fluvial fue escenario del acontecimiento fúnebre más multitudinario que se recuerda.

A los que no son muy de lo uno ni de lo otro, la mayoría, les basta con leer el periódico y broncearse bajo el tremendo calorazo romano. La playa son 180 metros de orilla fluvial alfombrados con césped artificial, con varios bares y restaurantes, dos piscinas, duchas y vestuario. Todo se paga: el baño (tres euros), la tumbona (cuatro) y la sombrilla (cuatro).

Dicho así, parece un balneario vulgar. Roma, sin embargo, no se caracteriza por ser previsible. La prueba, el miércoles pasado: fiesta de San Pedro y San Pablo, patronos de la ciudad. Una jornada festiva en plena ola de calor, con la carretera hacia la playa de Ostia colapsada y decenas de miles de turistas renqueando por las calles. Y el Tevere Village recién abierto. La aglomeración estaba asegurada. Lo bonito era que las dos piscinas permanecían cerradas a causa de una competición de canoas y que la única posibilidad de refrescarse pasaba por hacer una cola de proporciones bíblicas ante una de las duchas o por comprarse una botella de agua (dos euros) y derramársela sobre la cabeza. Pese a todo, la gente disfrutó de la novedad.

Los que prefieren el romanticismo se apuntan a la sesión nocturna. La playa del Vaticano no cierra hasta la una de la madrugada, lo cual amplía el abanico de posibilidades. En Roma, una ciudad que ama la penumbra y cuya contaminación lumínica es mucho menor a la de otras capitales europeas, aún se ven las estrellas. La luna se alza enfrente de la playa, por encima del perfil oscuro de las cúpulas romanas; dos puentes bellísimos enmarcan la perspectiva a derecha e izquierda; una pareja de enamorados se besa junto a la balaustrada; pasa un barquito y suena una vieja canción italiana. Bien, ¿no?

A esas horas nocturnas impera también el acreditado mosquito-tigre, capaz de picar a través de la camisa. Quienes aman el exotismo suelen sentir querencia por ese tipo de inconvenientes, que distinguen al turista convencional del auténtico aventurero.

El Tevere Village, organizado entre la compañía que gestiona las excursiones en barco por el río y el Ayuntamiento de Roma, cerrará en principio el 7 de agosto. El alcalde, Walter Veltroni, intenta que siga abierto hasta el 17 de septiembre, para coincidir con la noche blanca de la ciudad. La cosa todavía no está asegurada. El éxito, sí.

El nuevo complejo turístico Tevere Village, en la ribera del Tíber, es la gran atracción de este verano en Roma.
El nuevo complejo turístico Tevere Village, en la ribera del Tíber, es la gran atracción de este verano en Roma.AP

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_