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Una ola de atentados acaba con la vida de una treintena de reclutas y civiles en Irak

El presidente Bush asegura que no retirará a sus soldados del país hasta lograr la victoria

Unos 20 aspirantes a ingresar en la policía iraquí murieron ayer en un centro de reclutamiento en Bagdad cuando un suicida hizo explotar su carga explosiva. Fue el más grave de los atentados que los insurgentes cometieron ayer, en una jornada plagada de ataques en los lugares donde los rebeldes son más agresivos: la capital, las ciudades del sur de Bagdad, Kirkuk y Mosul, al norte de Irak. La ofensiva no arredra al presidente de EE UU, George W. Bush: "Sabemos que el mejor modo de honrar a quienes perdieron la vida en combate es completar la misión".

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Nada logra detener hasta la fecha la sangría que padece Irak. Ayer por la mañana, en el céntrico barrio bagdadí de Al Mansur, un suicida hizo detonar los explosivos que portaba y acabó con la vida de 20 candidatos a entrar en los cuerpos de seguridad. Al menos otra veintena fueron heridos. Asimismo, en Mahmudiya, a 30 kilómetros al sur de la capital, un conductor suicida hizo estallar su vehículo contra un puesto de control en la autopista. Cinco personas, entre policías y civiles, perecieron y 12 resultaron heridas. Un poco más al sur, en Musayeb, un mando policial fue asesinado a tiros en el interior de su coche. En esta zona meridional de Bagdad, poblada por chiíes y suníes, son muy frecuentes los asesinatos de seguidores de una de las ramas del islam a manos de partidarios de la opuesta.

Pero el incesante goteo de ataques también afectó a otras ciudades que están en el ojo del huracán. Dos coroneles de la policía perdieron la vida tras ser tiroteados en Mosul, 400 kilómetros al norte de Bagdad. Y dos agentes más y dos civiles fallecieron en un puesto de vigilancia en Kirkuk, también abatidos a tiros. No se proporcionó información ayer de que más personas hubieran muerto en otros ataques, casi siempre contra convoyes militares o policiales, en los que fueron heridas decenas de personas.

Con todo, la persecución de la insurgencia prosigue en el oeste de Irak, cerca de la frontera con Siria. El mando militar estadounidense informó en un comunicado de que un millar de marines continúa la Operación Espada, comenzada hace seis días, en esta zona donde los rebeldes gozan de mucha fuerza. Los norteamericanos aseguran que también tienen el objetivo de impedir el paso de voluntarios dispuestos a sumarse a la insurgencia desde Siria.

En el transcurso de las operaciones en esta región murió, el pasado 25 de junio, un sobrino del embajador de Irak ante Naciones Unidas, Samir Sumaidaie. En un correo electrónico enviado a los periodistas, Sumaidaie, uno de los máximos valedores de la intervención extranjera en el país, calificó el incidente en el que pereció su familiar, de 21 años, de "asesinato a sangre fría". El embajador aseguró que los marines entraron en una vivienda de Haditha, dispararon a Mohamed al Sumaidaie un tiro en la nuca y se regocijaron de su acto cuando salían de la casa. El diplomático añadió que este tipo de incidentes socava la confianza de muchos iraquíes en los planes de Washington. El Pentágono ha asegurado que investigará esta denuncia.

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"Completar la misión"

El reguero de cadáveres y las bajas militares de Estados Unidos -casi 1.800 soldados muertos desde que comenzara la invasión, el 20 de marzo de 2003- no cambia por el momento la estrategia del Gobierno de Estados Unidos. El presidente, George W. Bush, insistió ayer, durante su habitual intervención radiofónica de los sábados, en que la retirada no entra en sus planes. "Sabemos que la mejor manera de honrar las vidas de quienes las han perdido en esta lucha es completar la misión. Por tanto, continuaremos la batalla hasta que logremos la victoria".

Por otro lado, las fuerzas militares de EE UU pusieron en libertad a un colaborador muy cercano a Múqtada al Sáder, el clérigo radical chií que encabezó dos alzamientos armados en la ciudad santa de Nayaf contra los soldados norteamericanos en la primavera y el verano de 2004, que se saldaron con centenares de muertes. Mohamed al Tabtabaie ha pasado un año en la prisión de Abu Ghraib. Ayer fue liberado sin cargos. Sobre el propio Al Sáder pesa una orden de detención desde 2003, pero las autoridades iraquíes parecen hacer la vista gorda desde que acordaron con este líder fundamentalista el fin de la segunda rebelión de Nayaf.

Varios civiles trasladan a un hospital a una de las víctimas del atentado suicida de ayer en Bagdad.
Varios civiles trasladan a un hospital a una de las víctimas del atentado suicida de ayer en Bagdad.EFE

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