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Reportaje:REPORTAJE

China sale de compras

En la calle Chaoyangmenwai de Pekín, una moderna avenida que alberga desde el Ministerio de Asuntos Exteriores chino hasta un par de cafeterías Starbucks y un templo taoísta, hay un edificio conocido como Bai Nao Hui, que se podría traducir como El Centro Comercial de la Informática. Cientos de tiendas se acumulan en cuatro plantas, en un dédalo de pasillos en los que -como si fuera un zoco virtual- resulta difícil orientarse. Los vendedores -chicos y chicas que rondan los 20 años- ofrecen al cliente desde el último modelo de grabador de DVD hasta impresoras, discos duros o programas. La competencia es feroz.

Todas las grandes marcas mundiales de ordenadores están allí: Dell, Acer, Toshiba, HP, Fujitsu, Lenovo. Pero desde hace unos meses hay una que ha ganado terreno en esta medina de la electrónica: IBM. "Es más caro porque es IBM, porque es de mejor calidad", dice un dependiente mientras señala el monitor. El joven habla con orgullo, sabedor de que Lenovo, el mayor fabricante de ordenadores chino, adquirió el año pasado el negocio de PC de la multinacional estadounidense.

Si la operación llega a buen puerto, CNOOC, la tercera petrolera china, se hará con otro símbolo del capitalismo americano: Unocal
Lenovo, Haier, CNOOC se han convertido en el símbolo expansionista de una potencia emergente, que tiene prisa por hacerse con activos y reservas energéticas
"Las compañías chinas con capital intentan comprar aquello que las extranjeras tienen y ellas no", explica David Bachman
Hong Kong, el resto de Asia y los paraísos fiscales siguen siendo los principales destinos, pero EE UU o Francia atraen cada vez más a los empresarios chinos

Muchos son en China quienes se han inclinado por el prestigio de los portátiles de la compañía norteamericana. Y los distribuidores de los populares modelos Thinkpad se han multiplicado en Bai Nao Hui desde que la división de PC del gigante azul fue devorada por el dragón asiático.

Mientras tanto, al otro lado del océano Pacífico, miles de estudiantes estadounidenses utilizan a diario en sus habitaciones universitarias pequeñas neveras compactas de la marca Haier, el primer productor chino de electrodomésticos, que recientemente ha lanzado una oferta por Maytag, la tercera empresa norteamericana del sector tras Whirlpool y GE. Y si la operación llega a buen puerto, CNOOC, la tercera petrolera china, se hará con otro símbolo del capitalismo americano: Unocal. CNOOC ofreció la semana pasada 18.500 millones de dólares (15.300 millones de euros) por la octava firma petrolera y gasista de Estados Unidos, superando sin complejos la propuesta que por 16.400 millones de dólares hizo en abril el gigante norteamericano Chevron. Si tiene éxito, se tratará de la mayor adquisición jamás realizada por un grupo chino en el extranjero.

Símbolos

Lenovo, Haier, CNOOC. Son compañías que hace unos años pocos conocían fuera de China. Pero en los últimos meses se han convertido en el símbolo de las ansias expansionistas de una potencia emergente que tiene prisa por hacerse con activos y reservas energéticas fuera de sus fronteras. La estrategia -denominada por Pekín salir del país- ha recibido un fuerte impulso en los dos últimos años. El Gobierno se ha fijado como objetivo contar con 50 multinacionales globales y situarlas dentro de la lista Fortune 500 para el año 2010. En 2004 hubo ocho.

Nunca el crecimiento de China había sido más evidente que ahora, nunca había preocupado más a muchos Gobiernos, que ven con inquietud cómo del gigante asiático ya no sólo llegan los todo a 100, sino también ejecutivos encorbatados para dirigir sus nuevas compañías.

La transformación que está experimentando el Imperio del Centro está redefiniendo el equilibrio geopolítico mundial, y la mejor muestra la da Washington, donde hay un claro nerviosismo sobre el creciente poderío económico, político y militar de este país de 1.300 millones de almas. Pekín se ha volcado en la diplomacia de la economía y está tejiendo contactos -arte que pocos dominan como los chinos- y consolidando lazos tanto en regiones que han sido descuidadas por Washington -caso de África- como en otras que han sido tradicionalmente esfera de influencia estadounidense, caso de Latinoamérica. Muchos temen que lo está haciendo a expensas de Estados Unidos.

Un repaso a las últimas grandes operaciones lanzadas por sus multinacionales da una idea del alcance de los planes que se cuecen en los pasillos del poder de Pekín. TCL y la francesa Thomson crearon a finales de 2003 el mayor fabricante de televisores del mundo, con una producción anual de 18 millones de unidades [la empresa mixta está controlada en dos tercios por el grupo estatal chino]

. El año pasado, Shanghai Automotive Industry (SAIC) adquirió por 550 millones de dólares el 48,9% del fabricante surcoreano Ssangyong Motor. Lenovo ha completado en mayo la compra por 1.750 millones de dólares del deficitario negocio de PC de IBM, haciéndose con un icono mundial de la industria. La semana pasada, Haier ofreció 1.280 millones, con dos inversores estadounidenses, por su rival Maytag, y CNOOC efectuó el movimiento más audaz llevado a cabo hasta ahora por China, al disputar a Chevron -cuya capitalización bursátil es cinco veces la suya- la adquisición de Unocal.

Mientras tanto, Baosteel, la principal compañía siderúrgica, ha creado empresas mixtas en Australia y Brasil para garantizarse el suministro de mineral de hierro, y PetroChina y Sinopec, los dos gigantes petroleros, han seguido de compras. En los últimos años, Pekín ha multiplicado las alianzas en gas y crudo en países como Sudán, Venezuela o Kazajstán.

Adquirir lo que no tienen

"Las razones por las que China invierte fuera varían según el tipo de industria. Para Lenovo o Haier se trata de conseguir marcas y redes de distribución. Para las empresas de materias primas se trata de asegurarse el acceso a éstas. Las compañías chinas con capital intentan comprar aquello que las extranjeras tienen y ellas no", explica David Bachman, profesor de la Jackson School of International Studies, en la Universidad de Washington, y autor de la publicación Estructura y proceso del diseño de la política exterior china.

La inversión directa china en el extranjero creció un 27% el año pasado, hasta 3.620 millones de dólares, de los cuales el 69% fue destinado a adquirir acciones de compañías. Aunque la cifra aún está lejos de los 60.600 millones de dólares que recibió por su parte el gigante asiático de las multinacionales foráneas y representa tan sólo el 1% del total mundial, está creciendo rápidamente. La inversión acumulada a finales del año pasado ascendía a 37.000 millones de dólares.

Hong Kong, el resto de Asia y los paraísos fiscales continúan siendo los principales destinos, pero lugares como Estados Unidos o Francia atraen cada vez más a los empresarios chinos. Más de 2.000 compañías operan en el exterior, aunque la mayoría se concentra en el comercio y la construcción.

El interés de China por Latinoamérica -relativamente reciente- se puso de manifiesto con la visita realizada por el presidente chino, Hu Jintao, a la región el pasado noviembre. Durante su discurso en el Congreso brasileño, Hu aseguró que invertirán 100.000 millones de dólares en Latinoamérica en la próxima década. Dado el declive que ha experimentado el flujo de inversión extranjera en la zona -de 78.000 millones de dólares en 2000, ha caído a 36.000 millones en 2003-, muchos Gobiernos recibieron como maná las promesas chinas, que incluyen proyectos que van desde el sector ferroviario hasta la exploración petrolífera, pasando por minas de níquel o acerías.

Algunos expertos afirman que el interés de Pekín por la región no es sólo económico, sino también político. Por un lado, creen que está utilizando Latinoamérica para desafiar la supremacía de Estados Unidos en el hemisferio occidental, y, por otro, piensan que intenta atraer a las 12 naciones latinoamericanas y caribeñas que aún mantienen relaciones con Taiwan para que las rompan. China considera la isla parte irrenunciable de su territorio.

Objetivo: el sureste asiático

Pero si hay una región en la que la influencia del dragón ha experimentado una fuerte alza es el sureste asiático. Hace dos años, Pekín firmó el Tratado de Amistad y Cooperación con los países de Asean, y el año pasado sentó las bases para crear una futura zona de libre comercio. Una parte del crecimiento chino depende ahora de las materias primas que importa de la zona. China es el mayor inversor en Indonesia, donde ha adquirido activos en el sector energético. También lo es en Camboya. A pesar de todo, su inversión acumulada en la región (2.000 millones de dólares) está muy lejos de la de Estados Unidos (85.000 millones).

En este juego de economía y política, la operación de CNOOC supone un paso más allá. Cuando CNOOC lanzó el jueves de la semana pasada la oferta hostil por Unocal, más de un congresista saltó en su sillón en Washington ante la osadía china. Una cosa es quedarse con las lavadoras y los microondas de Maytag; otra, muy distinta, hacerse con las reservas de gas y petróleo de una compañía estadounidense, cuando el crudo está a 60 dólares el barril. Tanto políticos republicanos como demócratas piensan que la compra puede suponer una amenaza para la seguridad de Estados Unidos.

Chevron ha echado leña al fuego. "La oferta hostil de CNOOC no está teniendo lugar en un terreno justo. Esto es una jugada del Gobierno chino en busca de activos energéticos, realizada a través de una compañía estatal", ha dicho un portavoz de la petrolera estadounidense.

Fu Chengyu, presidente ejecutivo de la rival china, ha negado que la operación suponga una amenaza y ha afirmado que es "puramente comercial". "Confiamos en que el Gobierno de Estados Unidos apoye el proyecto", ha respondido. "Esperamos que esta operación comercial no se vea entorpecida por consideraciones políticas", ha añadido Liu Jianchao, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Para Alexander Neill, responsable del programa de seguridad en Asia en el Royal United Services Institute for Defence and Security Studies, en Londres, "esta expansión forma parte de la política china de llegar a todos los mercados bajo la bandera del libre mercado y la globalización". Pero, según dice, debajo subyace "una política más astuta destinada a poner a prueba la libre competencia con Estados Unidos en su propio terreno en áreas políticamente sensibles".

La oferta por Unocal ha dado mayor énfasis al debate existente en Washington sobre cómo hacer frente al auge chino. Los expertos en defensa están enredados en una discusión sobre la forma de evaluar el poder militar del gigante asiático, lo que ha retrasado durante semanas el informe anual que realiza el Pentágono sobre la modernización del Ejército Popular de Liberación (EPL). Además, se produce en medio del conflicto por la avalancha de las exportaciones textiles y el deseo del Congreso de castigar a China con la imposición de aranceles hasta que revalúe su moneda. El yuan (o renminbi) está ligado al dólar y, por tanto, artificialmente infravalorado, según los fabricantes norteamericanos, lo que favorece a las empresas exportadoras chinas y lastra las locales. El déficit comercial de Estados Unidos con China asciende a 160.000 millones de dólares.

Pero detrás de la euforia compradora en el extranjero hay otra explicación, según los analistas. En lugar de seguir acumulando bonos del Tesoro estadounidenses, Pekín ha decidido gastar el dinero en adquirir compañías americanas. "China tiene que encontrar una manera de emplear la ingente cantidad de reservas que tiene. Creo que ésta es una manera muy inteligente de utilizarlas y al mismo tiempo de evitar una repentina ralentización del crecimiento de la economía en Estados Unidos", afirma Kathy Lien, analista jefe de Refco. Según los expertos, si Pekín vende los bonos del Tesoro, podría poner en peligro la economía estadounidense.

Otros aseguran que la búsqueda de energía por parte de China sólo pone de relieve su vulnerabilidad, y añaden que cerrar las puertas a Pekín tiene riesgos. Los líderes chinos necesitan asegurarse el petróleo con que alimentar una economía que crece por encima del 9% anual medio desde hace dos décadas. Esto les ha llevado a cortejar a países ricos en combustible pero denostados por Washington, como Sudán e Irán. Un veto a la compra de Unocal podría empujarles aún más en esta dirección.

Estrategia inversora

Los críticos aseguran que, en su estrategia inversora internacional, China no compite en condiciones justas, ya que sus empresas -estatales- se benefician de condiciones de financiación favorables, y se preguntan si el Gobierno permitiría a una compañía extranjera adquirir una de sus grandes petroleras. "En el caso de CNOOC

[que va a recibir un préstamo a 30 años a tasas inferiores a las del mercado] hay ciertamente la apariencia de algo injusto. Pero en muchas economías no es raro subvencionar créditos a las empresas para una serie de propósitos. El Gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, ha ayudado en el pasado a algunas grandes compañías a evitar la bancarrota", justifica Bachman.

Las adquisiciones, en cualquier caso, según los expertos, van a continuar. Y una futura apreciación del yuan no hará más que ayudar a esta tendencia, ya que los activos serán más baratos para las empresas chinas. ¿Está justificado el temor a esta fiebre compradora del gigante asiático en el extranjero? "En la mayoría de los casos, no. Estas operaciones no hacen más que profundizar la integración de China en la economía internacional", defiende Bachman. Neill va más allá: "Creo que la percepción de esta amenaza está más bien ligada a una preocupación generalizada en Estados Unidos: que después de 50 años de dominio en el mundo, la posición de Estados Unidos está siendo desafiada por un competidor real, y los chinos saben esto". En la calle Chaoyangmenwai de Pekín, en la fachada del centro comercial Bai Nao Hui, un letrero traducido de forma fonética da nombre en inglés al mercado informático: Buy Now (Compra Ahora).

Un inversor chino en Shanghai, ante un tablero electrónico que muestra las cotizaciones de la Bolsa.
Un inversor chino en Shanghai, ante un tablero electrónico que muestra las cotizaciones de la Bolsa.REUTERS

Un proceso difícil

LA OLA DE ADQUISICIONES en el extranjero en que están sumidas las empresas chinas no está exenta de dificultades. Las compañías en venta atraviesan normalmente complicaciones desde hace tiempo. Esto significa que, tras su compra, los ejecutivos chinos tienen que hacer frente a aquellos problemas que los directivos de los propios países no han sido capaces de resolver. La tarea es compleja, ya que no es fácil encontrar en China profesionales que tengan la suficiente experiencia para acometer el desafío. Según algunas estimaciones, China precisará alrededor de 75.000 directivos con visión global durante los próximos 10 a 15 años para conducir el proceso de internacionalización de sus multinacionales. Actualmente dispone de 3.000 a 5.000. La principal carencia de líderes se encuentra en los niveles intermedios.

A este problema se suma el hecho de que muchas de las empresas que emprenden la aventura carecen de una estrategia clara sobre cómo operar y desarrollar sus filiales en el exterior, según asegura el Centro de Investigación para Inversiones en el Extranjero. La comunicación con sus sedes suele ser bastante deficitaria. Frecuentemente -sobre todo en el caso de las compañías privadas- carecen de un conocimiento y una comprensión de las leyes y las normativas que regulan los mercados en los países en los que trabajan.

Y sufren serios problemas de adaptación cultural. A diferencia de sus homólogos occidentales, habitualmente los empresarios chinos no se han visto expuestos en su trayectoria profesional a otras culturas.

Mientras hay grupos que han logrado con éxito la incursión fuera de sus fronteras, otros, como el fabricante de motocicletas Jialing o el fabricante de televisores Konka, sufrieron fracasos.

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