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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ahmadineyad inquieta en Occidente

Ángeles Espinosa

En vísperas de las recientes elecciones iraníes, una empresa de bombones italiana se preocupaba por el eventual triunfo de Mahmud Ahmadineyad. Dada su fama de ultraconservador, temía que prohibiera la importación del alcohol en el que sumergen las guindas iraníes antes de transportarlas a Italia para rellenar los chocolates. Aún está por ver que el nuevo presidente de Irán vaya a mostrarse tan quisquilloso, pero la anécdota revela hasta qué punto ha despertado ansiedades en el exterior. Con la República Islámica como obstáculo último para los planes de Estados Unidos en Oriente Próximo, los analistas se preguntan hacia dónde va Irán y si con Ahmadineyad la confrontación entre ambos países resulta inevitable.

El reparto del voto parece mostrar que ninguna de las tendencias políticas tiene hegemonía sobre las otras para resolver los problemas del país
Millones de iraníes creen en la reforma desde dentro del sistema, de no mediar una desastrosa intervención militar extranjera

Sus propios rivales políticos dentro de Irán elevaron el tono del enfrentamiento electoral al acusarle, tras su paso a la segunda vuelta, de islamofascista, militarista y talibán. "Se han dicho muchos disparates y hemos sido objeto de una campaña de propaganda torticera", se queja Akbar Yavanfakr. Este colaborador del presidente electo, que ha trabajado con él en el Ayuntamiento de Teherán durante los dos años pasados, defiende su trayectoria como gestor y su lucha contra la corrupción. El tono comedido de las primeras declaraciones del propio Ahmadineyad buscaba tranquilizar los ánimos, pero sólo lo ha conseguido a medias.

Su oferta de mano tendida a los candidatos derrotados y a todos los iraníes, así como su promesa de que en el nuevo Gobierno "no habrá lugar para el extremismo", le ha ganado al menos el beneficio de la duda, incluso entre quienes votaron en su contra.

Relaciones con EE UU

Incluso la Bolsa local recuperó el aliento al ver que desmentía haber comparado sus actividades con los juegos de azar. Sin embargo, el mundo de los negocios sigue preocupado por las relaciones con el exterior, que en Irán significa, sobre todo, Estados Unidos. Y es precisamente allí donde más inquietante ha sonado su discurso. A pesar de que el aún presidente electo evitó las estereotipadas descalificaciones hacia Occidente que se han convertido en la imagen de marca del régimen islámico, alarma su firmeza en la defensa de la tecnología nuclear y su desdén hacia la superpotencia. "No les necesitamos para tanto", manifestó.

En un ejercicio de realismo político, la Unión Europea ha expresado su disposición a seguir trabajando con el nuevo Gobierno iraní "mientras éste respete sus compromisos", es decir, mantenga la suspensión del enriquecimiento de uranio, que tanto sirve para fabricar combustible nuclear como bombas atómicas. Se trata de un logro europeo que ha permitido evitar hasta ahora una reacción más contundente de Estados Unidos. Pero Washington, aunque sin llegar a retirar su apoyo a ese diálogo, ha hecho pública su desconfianza. Empeñado en deslegitimar el proceso electoral iraní, primero alentó el boicoteo (provocando, según todos los indicios, una reacción contraria), y luego minimizó el resultado.

Cualquiera que visite Irán dudará de que el país tenga 17 millones de radicales islámicos que deseen la muerte de Estados Unidos, según rezan las manidas consignas revolucionarias. Como ha escrito en su blog el periodista disidente Hossein Derajshan, que haya ganado Ahmadineyad no significa que la mayoría de los iraníes no desee libertades sociopolíticas. En su opinión, lo que ha puesto de relieve es "que Irán tiene un grave problema de inigualdad social, del que Rafsanyani es en gran medida responsable y por el que ha sido castigado, y que el movimiento reformista no ha traspasado ciertas capas sociales".

En definitiva, el reparto del voto parece mostrar que ninguna de las tendencias políticas (sean conservadores, reformistas o disidentes) tiene hegemonía sobre las otras para resolver a su modo los problemas del país, sea por la fuerza o con una eventual ayuda exterior. Por eso, aunque Ahmadineyad tuviera la tentación de restringir las limitadas libertades de prensa, reunión y movilización popular logradas durante los últimos ocho años, muchos iraníes opinan que si el nuevo presidente y su equipo leen bien el resultado electoral, formarán un Gobierno de tecnócratas y respetarán los avances alcanzados hasta ahora.

Ehsani defiende, y con él millones de iraníes que creen en la reforma desde dentro del sistema, que "de no mediar una desastrosa intervención militar extranjera, el camino hacia la democracia en Irán continuará siendo tortuoso, pero seguro". La llegada de Ahmadineyad ha reavivado, sin embargo, esa sombra. Los más críticos con su conservadurismo temen (o esperan) que su actitud en la crisis nuclear pueda dar un pretexto a Washington, que nunca ha aceptado al nuevo régimen surgido de la revolución islámica contra la dictadura del sha y que a raíz de la toma de su embajada suspendió las relaciones diplomáticas.

"La clave es Estados Unidos", admite un embajador europeo en Teherán. "Nuestros incentivos lo más que pueden es ganar tiempo para que mientras se rebaje la tensión", explica, "pero en última instancia lo que el régimen iraní busca es que los norteamericanos reconozcan su existencia".

Reconocimiento

Después de 26 años de existencia, la República Islámica, una potencia regional con 70 millones de habitantes y 3.000 años de historia, aún está pagando el precio de una voluntad de independencia que cada día es más costosa e inviable ante la creciente globalización del mundo.

Pero además sus instrumentos de presión son armas de doble filo. La crisis nuclear, su ascendiente sobre el grupo libanés Hezbolá o su rechazo a la existencia de Israel no hacen sino reforzar la imagen de radicalismo intratable que la revolución fijó en las retinas de medio mundo. Es un tira y afloja en el que en cualquier momento se puede romper la cuerda.

El presidente electo de Irán, Mahmud Ahmadineyad.
El presidente electo de Irán, Mahmud Ahmadineyad.AP

Los reformistas, en proceso de reflexión

"AHMADINEYAD no es muy amigo de la democracia", declaró el secretario norteamericano de Defensa, Donald Rumsfeld, antes de dar a entender que en unos pocos meses los jóvenes y las mujeres iraníes se levantarán en su contra. A no ser que Washington disponga de informaciones secretas, hoy por hoy tal posibilidad se presenta bastante lejana. Tras el varapalo electoral, los reformistas se hallan en un proceso de reflexión. Una buena parte de sus simpatizantes pertenece a una capa social acomodada y poco dispuesta a la movilización política. En cuanto a los más activos (estudiantes, periodistas y defensores de los derechos humanos), optaron por la tranquilidad dinámica a raíz de la represión a sus protestas de hace unos años.

Quienes rechazan el régimen y pidieron que se boicoteara la elección no parecen haber tenido un gran eco. Si el descontento con el sistema fuera tan generalizado como defienden, ¿por qué se molestaron en acudir a las urnas 28 de los 47 millones de posibles votantes? La justificación de que se necesita el sello para retirar las notas universitarias, hacer gestiones administrativas o lograr trabajos estatales fue desmentida a esta enviada por varios iraníes, tanto votantes como abstencionistas, pero aun así no impediría hacerlo en blanco o escribir un nombre cualquiera que anulara la papeleta. Por otro lado, tal como señala Kaveh Ehsani, analista del periódico on line Middle East Report, se da la paradoja de que "su estrategia para contestar el sistema difícilmente hubiera sido posible sin la pizca de libertad civil y política existente, y que es el resultado de las políticas electorales y el consiguiente ascenso reformista".

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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