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Reportaje:EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL | Los hijos

"Los padres gays te educan en la tolerancia"

Cuatro hijos de madres lesbianas explican que crecer en esos hogares les ha hecho más tolerantes

Ana Alfageme

Que mamá sea feliz. Eso es lo que importa, dicen los hijos de lesbianas que hablan en este reportaje. Ellos no se ven distintos a los otros jóvenes. Si acaso, como mantienen los estudios, son más abiertos: un chaval de 15 años que comenta con naturalidad que otro chico le tiró los tejos, o una chica con novio que nunca descartó enamorarse de otra mujer. Cuatro de cada 10 españoles consideran, según un barómetro del CIS de junio de 2004, que lo más importante es garantizar el bienestar del niño, independientemente de la orientación sexual de la pareja, aunque casi la misma proporción (39,2%) se muestra en desacuerdo con la afirmación de que la pareja homosexual garantiza mejor el bienestar del niño. La ley aprobada ayer permitirá adoptar a los matrimonios del mismo sexo.

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MARCELA Y JUAN ANDRÉS "Nos ofende que nos consideren diferentes"

Cuando Marcela madre le dijo a Marcela hija que tenía novia, ésta le respondió: "Ah, sí, la verdad es que ya lo había notado". La niña tenía 13 años y se quedó tan ancha. A Juan Andrés se lo anunció en el super. El crío, de 10 años, replicó: "Ah, vale, ¿me compras eso?". Así de sencillo. Y no es que Marcela Prádenas tuviera problemas para anunciarlo, entre otras cosas porque la vida le había deparado ya terribles obstáculos. Escapó a las torturas que sufrió durante la dictadura de Pinochet junto a su marido (le han dejado graves secuelas) y llegó a España embarazada de su hija. En un solo año, 2000, murió su compañero, mantuvo una huelga de hambre para protestar por las trabas a la extradición del dictador y se enamoró de una mujer.

"Yo ya les había explicado a mis hijos que la mayor parte de las personas son heterosexuales, pero que algunas no", dice Marcela, de 39 años, que trabaja como técnica en el grupo socialista del Ayuntamiento de Madrid. Así que los chicos se acostumbraron a ver una cara más en aquella casa amplia de Madrid que compartían con varios amigos.

Ahora, cinco años después, los tres viven solos, a base de consenso, como siempre: Juan Andrés escucha a Los Suaves, rock guitarrero, en su habitación, y Marcela, a Pasión Vega en la suya. En el salón, suena lo que les gusta a todos: clásica y jazz.

"Los curas dicen que no soy normal, que no soy feliz", se queja con furia Juan Andrés, que, con 15 años, es un tiarrón de casi dos metros vestido con sólidas botas y una camiseta con los colores republicanos: "Yo creo", dice la madre mirándole de reojo, "que lo importante para un chico es darle afecto, respetar sus derechos, que pueda, por ejemplo, llevar el pelo como a él le guste, aunque no me guste a mí". Juan Andrés luce cresta a lo cherokee y se siente ofendido, igual que su hermana: "Por el hecho de que nos consideren diferentes, raros".

"Entre mis amigos, nos saludamos todos y todas con dos besos", dice Juan Andrés, haciendo un alarde de vocabulario igualitario. Un día llegó comentando con naturalidad que otro chico le había tirado los tejos, sin entrar en valoraciones. "Además, haber vivido con mujeres me ayuda para conocerlas mejor", mantiene con una sonrisa pícara. Marcela hija tiene 18 años, estudia Bachillerato artístico y sueña con irse a Nueva York. "Lo importante es vivir con dos personas que se quieren", dice muy seriecita. "Muchos amigos míos tienen padres muy mayores y tienen problemas con ellos. Creo que los homosexuales son más tolerantes y sus hijos lo perciben".

LUCAS, 17 AÑOS "Algo con lo que naces te parece normal"

Lucas se encoge de hombros cuando se le pregunta sobre cómo es crecer en una casa con una madre y la novia de ésta. "Algo con lo que naces te parece normal. No te lo planteas". Él tiene recuerdos de la primera novia de su madre, Beatriz Gimeno, la presidenta de la Federación Estatal de Gays y Lesbianas (FELGT), que ahora tiene 43 años, y también evoca el momento en que conoció a la actual, Boti García, hace una década: "Me faltaba un diente y tenía un chichón. Me ayudó en un truco de magia", recuerda Lucas, sorbiendo una coca-cola. "Luego la veía mucho y después nos fuimos a vivir juntos".

Lucas, gran lector de ficción científica y futuro biólogo, es activista, sobre todo, de la antiglobalización. También le gusta salir con los amigos, bajarse música de Internet "y no hacer nada, como todos, ¿no?". Ni pasar mucho tiempo en casa. También ha crecido en una familia muy politizada: "La organización que tiene más crímenes de pederastia que no me diga a mí que defiende mis derechos", dice rotundo.

"Tengo las ideas que tengo porque he nacido en la familia en la que he nacido".

Y también responde al tema de si hay más posibilidades de que él, por ejemplo, sea gay: "No, no hay más probabilidades, sí de que lo diga. En Holanda no habrá más homosexuales, pero sí se lo dirán a sus padres con más libertad". ¿Ha notado alguna diferencia en su vida diaria respecto a sus amigos? "No se me ocurre ninguna, lo que sí creo es que es mucho peor vivir en cualquier familia en la que te sientas oprimido". También, con rapidez (asegura que no se le dan mal los estudios), expresa un razonamiento: "Lo de la figura paterna y materna me parece una tontería. Si la paterna equivale a la autoridad y la materna a ternura y al amor, sólo te diré que mi madre es bastante autoritaria".

ASIA, 21 AÑOS "Los padres homosexuales te educan en tolerancia"

Asia está encantada de vivir con su novio, porque así aprovechan al máximo el poco tiempo libre que les queda. Ambos trabajan y estudian. "Pero nunca he dicho que no a la opción de enamorarme de una mujer, creo que te enamoras de alguien que te dé lo que buscas", dice. Tiene 21 años y en plena adolescencia, su madre, divorciada, le dijo que acababa de romper con su novia, quien resultaba ser aquella amiga con la que tanto habían viajado ambas y que tan bien le caía a Asia. "Yo suponía algo, la verdad, como cuando los niños sospechan que los reyes son los padres pero no se quieren dar cuenta. Ellas llevaban juntas seis años. Le dije que al principio lo pasaría mal, pero que yo estaba ahí para lo que quisiera", recuerda Asia desde Barcelona, al otro lado del teléfono.

A partir de entonces, cuando su madre le presentaba a alguna mujer, ya no le decía que era su amiga Fulanita. "No intentaba esconder lo que era". Ella, sin embargo, no se lo contó a sus amigos, sólo a sus novios. Ahora sí."Yo creo que es muy difícil que, creciendo en una familia con padres homosexuales, no seas tolerante, directamente ya te educan con esa tolerancia", dice. La tesis del Foro de la Familia le llena de rabia. "Un niño necesita alguien que le eduque. ¿Qué es eso de que les falta la figura paterna? ¿Y si muere su padre en un accidente?", se pregunta Asia. "Los padres son personas que te dan cariño, y punto".

Marcela Prádenas, con sus hijos Juan Andrés y Marcela.
Marcela Prádenas, con sus hijos Juan Andrés y Marcela.RICARDO GUTIÉRREZ

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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