¿Famosos en peligro?
Ésta es una apelación pública para salvar a Tom Cruise antes de que sea demasiado tarde". Aunque parece una broma, la frase fue publicada hace dos días en New York Post. "Ayúdenle. Ustedes no dejarían sufrir a un animal. Háganlo en nombre de la industria del cine. Mediquen a Tom ya", clamaba el Post. Para ese diario, como para otros más serios como The New York Times, el actor se ha convertido en el mayor enemigo de sí mismo. La petición de medicarle llegaba como reacción a las últimas declaraciones del actor, hoy célebre por su incontinencia amorosa hacia Katie Holmes.
Tras despedir a su publicista y sustituirla por su hermana, una
de las popes de la Cienciología, Cruise se ha soltado la melena. Dice lo que piensa: que está enamorado (lo demuestra saltando sobre el sillón del popular programa de televisión de Oprah Winfrey), que los extraterrestres "existen", que Brooke Shields "no debería tomar antidepresivos" y que la psiquiatría "no es una ciencia y ha hecho mucho daño". Sus ataques han provocado que la Asociación Americana de Psiquiatría le califique de "irresponsable" mientras los ejecutivos de Hollywood comienzan a temer que los raptos de sinceridad del actor tengan efectos para su carrera. Durante la promoción de La guerra de los mundos Cruise apenas ha hablado de la película: se ha centrado en su amor por Holmes y la cienciología. Hasta Spielberg ha tenido que salir en su defensa. Pese a todo, Paramount acaba de dar luz verde a Misión: Imposible III. Para la industria no hay mejor medicina que el dinero: si Cruise puede seguir alimentando las taquillas Hollywood bendecirá al nuevo excéntrico.
Babelia
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