_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Resistentes

"Queremos quitar piso al discurso de la guerra". Imposible resumir mejor las razones que inspiran a la Organización Femenina Popular de Colombia su acción de apoyo mutuo y construcción colectiva en medio de una extrema violencia. Yolanda Becerra, su fundadora y coordinadora recientemente en gira por Europa, reconoce que hace 33 años lo primero fue superar el propio miedo, para impulsar este movimiento solidario que nació en Barrancabermeja y que se ha expandido hasta alcanzar influencia sobre 123.000 mujeres. Oficina por los derechos humanos, 23 comedores, ollas populares, huertas comunitarias, mercados, viviendas, investigación, escuela de liderazgo, salud... y sobre todo trabajo con la gente joven y con los medios, pregonando que no hay que dejar que el país lo desgobiernen militares y paramilitares. Por ello apoyan con todas sus fuerzas al movimiento de objeción de conciencia.

Las colombianas, en su denuncia, se valen de todo un sistema de símbolos como ropas negras, ollas y cestas vacías, llaves y colchas... El terror ha hecho estragos: Esperanza Amaris y el instructor de danza Diofanol Sierra pagaron con sus vidas; los matones declararon el 8 de marzo objetivo paramilitar; coaccionan a las mujeres para que no asistan a reuniones ni marchas (pero van). Una de sus sedes prácticamente se esfumó: cierto amanecer no quedaban ni los cascotes (buscaron otra). Algunos maridos se han separado. La Iglesia las respeta y apoya, y con los sindicatos, pese a que son universos extremadamente machistas, mantienen buenas relaciones. En cuanto a los partidos, hay una evidente convergencia con la izquierda por lo que el movimiento tiene de reivindicación de clase, pero la Organización rechaza los coqueteos que buscan pescar votos y trasladar la militancia al espacio de las mujeres. Las instituciones del estado mantienen una doble moral de reconocimiento público y de estigmatización.

Son valerosas y tozudas, estas resistentes: en la disputa por la riqueza que esconde aquella guerra, ni colaborarán ni se irán de sus pueblos, sino que tratarán de mejorar la vida en ellos. Yolanda Becerra explica: "No se puede tapar el sol con las manos".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_