'Hillary for president'
Faltan aún tres años y medio para las presidenciales, y EE UU apenas empieza a recuperarse de la durísima campaña electoral de 2004, pero no importa: la larga maratón ha comenzado, sobre todo entre los demócratas, y a la cabeza se encuentra Hillary Clinton, que mejora imagen y recauda dinero como una máquina. Es tan pronto que todo está permitido, hasta las especulaciones más atractivas: las que enfrentan a Hillary con Condoleezza Rice, por ejemplo, sobre todo si fuera cierto, como dice una encuesta, que 7 de cada 10 estadounidenses aceptarían una mujer en la Casa Blanca.
Pero en el caso de la ex primera dama, es algo más que un juego: Hillary no oculta su ambición de sentarse en el Despacho Oval; tiene el dinero para lograrlo -gracias al triple chorro de Hollywood, el grupo Amigas de Hillary y grandes empresarios- y dedica su tenacidad e inteligencia a la tarea. Tras cuatro años y medio en el Senado, es bien vista por un 55% de estadounidenses, según Gallup. Por vez primera, una mayoría (52%) dice que podría votarla para presidenta.
La otra cara de la moneda no es ningún secreto: a Hillary no la tragan 4 de cada 10 compatriotas, y eso ahora: habrá que ver qué ocurre cuando la maquinaria de triturar candidatos entre en acción. Bill Clinton, que se ha impuesto como reparación histórica apoyar a muerte a Hillary tras haberla humillado con el caso Lewinsky, está lanzado a la tarea, con dinero y con su red de contactos. Y Hillary, por último, se reinventa tras los pasos de Bill: se ha hecho un halcón en política exterior y ha rebajado su perfil liberal en asuntos sociales, como el aborto. "Nunca, desde Nixon, un político había intentado un cambio tan radical, pero la cuestión es: "¿comprarán los votantes a la nueva Hillary?", dice Edward Klein, autor del duro libro La verdad sobre Hillary.
Hillary es una apisonadora, pero no está sola en el peleado corral demócrata. Los dos espadas de 2004 tienen intenciones de volver al ruedo: John Kerry, al que le sobraron unos cuantos millones, y John Edwards, que empieza una campaña para erradicar la pobreza de EE UU. En un tercer nivel están también el senador moderado Evan Bayh y los gobernadores de Nuevo México (Bill Richardson), Iowa (Tom Vilsack) y Virginia (Mark Warner).
Entre los republicanos siempre suenan Colin Powell y Condoleezza Rice; ya más en serio, han tomado posiciones los senadores George Allen y Jim Frist; el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani y, desde luego, John McCain, el más popular de los republicanos, al que votarían miles de demócratas. Según acaba de escribir en The Washington Post E. J. Dionne, la pareja republicana imbatible de 2008 sería el ticket formado por McCain y... Jeb Bush, gobernador de Florida. Si Bush y su cerebro político, Karl Rove, quieren dejar instalados a los republicanos otros ocho años en la Casa Blanca, ya saben la pareja que deberían apoyar: "Cosas más raras se han visto en la política americana", según Dionne.
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