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Reportaje:

El regreso de un viejo conocido

El ex presidente Rafsanyani se presenta a las elecciones del viernes como moderado tras ocho años de poder en la sombra

Ángeles Espinosa

Los analistas le califican de "moderado pragmático", pero la moderación de que hizo gala durante su presidencia (1989-1997) resulta hoy muy conservadora, y su flexibilidad ideológica es tachada por muchos de simple oportunismo. Aun así, el ayatolá Alí Akbar Hachemí Rafsanyani, de 70 años, el hombre que ha dominado la política iraní desde la década de los ochenta, ha dejado las bambalinas para someterse de nuevo al escrutinio de los iraníes en las elecciones del próximo viernes. Salvo en el mundo de los negocios, pocos entrevistados admiten que vayan a votarle. Sin embargo, la mayoría se muestran convencidos de que va a ganar.

Las encuestas tal vez no sean muy fiables en Irán, pero el ayatolá Rafsanyani, presidente del Consejo para el Discernimiento de los Intereses del Estado, un cuerpo de arbitraje con poderes legislativos, está en todas las quinielas. Con la tasa de participación como principal incógnita, la duda es si, en la más que posible segunda vuelta, se enfrentará al único candidato reformista con posibilidades, Mostafa Moin, o a uno conservador, Mohamed Ghalibaf. Aunque el veterano político calibró muy bien sus opciones antes de tomar la que ha calificado como "la decisión más difícil" de su carrera, nada le garantiza el triunfo.

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Él juega la carta de la moderación y trata de ganar votos de la derecha y de la izquierda, transmitiendo distintos mensajes según las audiencias. Ante los reformistas se presenta como el muro de contención frente a los ultraconservadores que se hicieron con el Parlamento el año pasado. A la vez, busca apoyos entre los dirigentes religiosos y políticos conservadores preocupados por la concentración de poder en manos del líder supremo, frente al que se ofrece como contrapeso.

"Está logrando capitalizar el voto útil", interpreta un embajador europeo. Puede que no sea lo suficientemente reformista para la mayoría de quienes llevan ocho años esperando cambios, pero muchos están convencidos de que tiene la influencia que le faltó a Mohamed Jatamí, en especial en el sector empresarial. Aunque como presidente del Consejo de Discernimiento carece de poder directo, está considerado el virtual número dos del régimen, después del líder. Su entorno está utilizando su experiencia para presentarle como "la mejor opción disponible para encarar los retos de política exterior" que afronta Irán, ha escrito el analista Ardesir Moaveni.

Es el principal proponente de un gran trato con Estados Unidos para normalizar lazos diplomáticos y acabar con las sanciones, un paso muy esperado no sólo por el mundo de los negocios, sino por la mayoría de iraníes. Sin embargo, respecto a la crisis nuclear, hay que recordar que es uno de los arquitectos del programa atómico iraní y un férreo defensor del derecho de su país a investigar en ese terreno. En lo socioeconómico, el candidato Rafsanyani se presenta como reformista liberal dispuesto a abrir una economía lastrada por los subsidios.

Este astuto político, considerado no sólo uno de los hombres más ricos de Irán, sino también de los más influyentes, vio por primera vez un coche a los 14 años, cuando abandonó su aldea natal, Bahramán, cerca de la ciudad sureña de Rafsanyán, para viajar a Qom a estudiar teología. Los religiosos le apodaron Rafsanyani (el de Rafsanyán), el sobrenombre con el que se le conoce en medio mundo. Sin embargo, los iraníes se refieren a él por su apellido, Hachemí, y así figura en los carteles electorales, algunos de ellos escritos en inglés en un claro guiño a los jóvenes.

Pero a pesar de la omnipresencia de su propaganda y de diversas encuestas que le sitúan como favorito, los observadores se muestran cautos. "También los sondeos le daban como favorito en las legislativas de 2000 y no logró hacerse con ninguno de los 30 escaños disputados en Teherán", recuerda una periodista. Y es que sus ocho años como presidente dejaron un sabor agridulce.

Cierto que convenció al ayatolá Jomeini para poner fin a la guerra con Irak en 1988 y desde la presidencia inició una tímida apertura del país relajando las políticas contra la contaminación de Occidente. Bajo su mandato las chicas volvieron a pintarse las uñas y dejaron escapar algunos mechones de pelo por primera vez desde la imposición del uniforme islámico. Dio los pasos iniciales hacia la liberalización económica (reabrió la Bolsa), mejoró las relaciones con Europa y autorizó contactos con Estados Unidos.

Sin embargo, los reformistas recuerdan que fue en ese periodo cuando los servicios secretos cometieron los asesinatos extrajudiciales de opositores. Y los conservadores recuerdan que Rafsanyani no logró enderezar la economía y traen a colación los casos de corrupción que salpicaron al Gobierno y a su familia.

Ése es un punto débil que ya le ha valido varios golpes bajos por parte de los sectores más conservadores del sistema. En diversos puntos de Teherán han aparecido pintadas acusándole de corrupto. Miles de octavillas y discos compactos detallan las supuestas actividades ilegales de sus familiares.

Aun así, juega a su favor la fragmentación del campo conservador. Rafsanyani es el más moderado de los cinco candidatos derechistas y, salvo un acuerdo de última hora entre los otros cuatro para unir fuerzas, supera en intención de votos a cada uno de ellos.

Una mujer fuma bajo carteles de campaña de Rafsanyani, en Teherán.
Una mujer fuma bajo carteles de campaña de Rafsanyani, en Teherán.AP

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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