_
_
_
_
_
Tribuna:CIRCUITO CIENTÍFICO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Doblar la inversión en I+D

Crucial es el calificativo que merece la reunión del Consejo Europeo que tendrá lugar mañana y pasado mañana. En ella, el consejo abordará el debate sobre el presupuesto de la UE para el periodo 2007-2013 y, en consecuencia, el presupuesto a asignar al VII Programa Marco de investigación y desarrollo tecnológico de la Unión Europea, ya esbozado por la Comisión. Ésta, con el apoyo del Parlamento, propone doblar el presupuesto con el que ha venido operando en los últimos años, es decir, propone pasar de 4.500 millones a 10. 000 millones de euros al año (en promedio).

Todos los Gobiernos de los Estados miembros de la UE han insistido en privilegiar la inversión en I+D; sin embargo, habrá que ver qué distancia hay entre el discurso y la realidad. Algunos países parecen querer aprovechar el bache constitucional, y una economía poco boyante, para reducir el presupuesto comunitario. Y en el curso de la negociación son muchas las variables -compromisos políticos, tensiones, que si el cheque británico, que si la política agraria común y la lucha por los fondos estructurales...- que pueden traicionar la racionalidad; tanto es así que los líderes europeos pueden decidir no decidir.

El bache provocado por el rechazo a la Constitución europea en Francia y Holanda nos adentra en una crisis de duración desconocida que nos obliga a abordar un debate de fondo que, sin embargo, no debería paralizarnos: es preciso seguir en movimiento en la dirección adecuada. Todos los líderes políticos europeos, incluido el presidente Zapatero que no se cansa de desarrollarlo con acierto en sus apariciones públicas, conocen bien el argumentario sobre la necesidad de invertir en I+D. En la reunión del Consejo Europeo, deberíamos poder esperar una decisión positiva que sería no solamente una buena decisión económica, sino también política, ya que el crecimiento sostenible basado en el conocimiento sólo se alcanzará siguiendo esa ruta. La mejor señal que los líderes políticos pueden lanzar es la que refuerce la integración europea y facilite el crecimiento, el empleo y en definitiva la calidad de vida.

Entre los argumentos que justificarían doblar el presupuesto comunitario en I+D destaca la necesidad de alcanzar los objetivos expresados en el relanzamiento de la estrategia de Lisboa. Dicha estrategia debería conducir a la UE a ser la economía basada en el conocimiento más dinámica y competitiva del mundo, lo que permitiría crecer y generar empleo. Sin embargo, la extrema competición global por generar y explotar el conocimiento favorecerá a competidores con una pirámide demográfica más apropiada que la europea, por lo que debemos compensar esta desventaja con una inversión mayor. Para terminar con (algunos de) los argumentos, recordemos que los fondos de la UE han demostrado ser una palanca efectiva para las actividades de I+D de los países miembro, han resultado un estímulo poderoso para la colaboración y la competición y han permitido abordar inversiones que no pueden financiarse desde un solo país.

Si miramos a la situación en España, al aumento presupuestario, algo edulcorado, del año 2005, se añade la clara voluntad de incrementar en un 25% anual la inversión pública en I+D en los próximos años, con lo que doblaríamos el presupuesto actual en poco tiempo. No se me ocurre una acción de sinergia más potente que combinar el incremento europeo y el español para apalancar nuestro sistema y hacerlo definitivamente competitivo. España no será un país de primera fila mientras la I+D, pública y privada, cuente con menos recursos que la de sus socios y sus competidores.

La inversión pública en I+D en España tiene además una importante componente que procede de los fondos propios de las comunidades autónomas. La mayoría de ellas han expresado también su sensibilidad respecto a la contribución de la I+D al bienestar y crecimiento. En algunas de ellas, como Cataluña, el compromiso del Gobierno de doblar la inversión en I+D ha pasado de las palabras a los hechos. Insisto en que no se me ocurre dibujar un escenario más propicio para un futuro mejor y, sin embargo, el efecto dominó de un retroceso europeo puede llevarnos al peor de los escenarios.

A todo ello, a la I+D se le ha unido un socio inseparable: la innovación. Por supuesto que una mayor inversión en I+D supone un impulso definitivo a la capacidad innovadora de las empresas si se atina en invertir adecuadamente. Aunque los mecanismos de interacción entre la I+D y la innovación son complejos ya nadie duda de que se retroalimentan: invertir mejor y acertar en las prioridades será la clave.

Enric Banda es director de la Fundación Catalana de Investigación e Innovación (enric.banda@fcri.es)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_