La extinción del 'no'
Desde 1993, ningún plebiscito ha obtenido los votos necesarios
"La institución del referéndum está muerta y enterrada, como el tratado constitucional tras las votaciones en Francia y Holanda". La frase de la subsecretaria de Exteriores, Margherita Boniver, reflejaba ayer los sentimientos de numerosos políticos y expertos jurídicos.
La consulta sobre la ley de procreación asistida demostró una vez más que forzar un referéndum recogiendo más de 700.000 firmas no servía de nada si, como esta vez, los contrarios a la iniciativa promovían la abstención en lugar del voto negativo.
Desde 1993, ningún referéndum ha llegado al mínimo del 50% de los votos más uno. "Si se mantiene el quórum de la mitad del censo, el referéndum abrogativo, tal como es contemplado por la legislación italiana, carece de sentido", declaró el líder de Los Verdes, Alfonso Pecoraro Scanio.
Los tiempos de las consultas sobre divorcio y aborto, con participaciones del 87% y del 79% respectivamente, o sobre la prohibición de las centrales nucleares (65%), quedan muy lejos. Por entonces, el sí se enfrentaba con el no, pero no con la abstención.
La evolución en la pasada década señala una participación decreciente, culminada con la desolación de este fin de semana. En 1990, el referéndum sobre caza y pesticidas se quedó en el 43%. La abolición de la cuota proporcional en el sistema electoral, en 1999, suscitó un repunte del interés y se rozó el 50%.
En 2000, una consulta omnibus sobre ley electoral, financiación de los partidos, sindicatos y magistratura atrajo a las urnas al 32%. Y en 2003, otra papeleta con preguntas heterogéneas sobre la contaminación por ondas electromagnéticas y derechos sindicales sólo interesó al 25,7% del censo.
"El referéndum no funciona si los partidos no se movilizan y evitan tomar posiciones", opinó el radical Marco Cappato. "Sin choque político, el ciudadano no percibe el mensaje y carece de referencias", añadió Cappato.
Otros, como el ministro Carlo Giovanardi, indicaron que la tendencia histórica subrayaba un reforzamiento del Parlamento frente a "los mecanismos de consulta popular, cada vez menos eficientes para abordar temas complejos".
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