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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Al fin, la oposición vuelve por su fuero

Si hay un asunto que le abre las carnes a las gentes del PP valenciano, y además las enmudece, ese es el embrollo político-judicial denominado caso Fabra o fardo de irregularidades que se le imputan y atribuyen al presidente del mentado partido y de la Corporación provincial de Castellón. Es un chapapote que les trastorna porque emerge con perversa secuencia y creciente pringue, de tal modo que tanto las proclamas solidarias como las apelaciones a la presunta inocencia mueven a la piedad cuando no a la sorna. Los partidos de la oposición saben que los populares sangran por ese flanco y allí concentran el castigo. Sólo faltaba que emergiese el supuesto fraude del referido mandatario a la Hacienda Pública en 1999 por un importe algo superior a los 150.000 euros, poca cosa, a la postre, para las cifras con que el diligente tribuno ha incrementado en un plis plas su patrimonio

No ha de extrañar que desde la oposición se inquiriese parlamentariamente por este aparente escándalo fiscal en el que se involucra un alto dignatario de la Administración y que fuese EU, por boca de su portavoz Joan Ribó, quien formulase de distintos modos la pregunta para facilitar la respuesta, acaso imposible, del PP. Tampoco ha de extrañarnos que el partido gobernante se cerrase en banda una vez más, impidiendo que su líder, el molt honorable Francisco Camps, se fajase con la cuestión en el hemiciclo de las Cortes. Una actitud que únicamente contribuye a remachar la cruda defensa del ilustre castellonense implicado y a subrayar el carácter prescindible de la Cámara cuando es gobernada por una mayoría hegemónica y arbitraria, al margen de que se ampare en el reglamento.

En tal tesitura, EU y un PSPV sorprendentemente lúcido y coherente no tenían otra alternativa que abandonar el pleno de la Cortes y dejar que el PP se cociese en su propia salsa. Tal deserción, si queremos describirla así, no es insólita y el mismo PP la ha practicado cuando ha creído que lo requería una situación límite. Como ésta, pues no olvidemos que, al margen de la oportunidad de la reseñada pregunta y de la obstinación con que el Gobierno la elude, la Mesa de la cámara tiene pendiente de trámite casi otras 3.000, que maldito interés conservarán cuando sean atendidas, meses después de haberse formulado. Una evidente y clara manipulación de quien tiene la sartén parlamentaria por el mango, y ese no es otro que el Partido Popular. Feliz y democrática jornada, ésta, pues, en la que desde los escaños progresistas no se participó en la farsa.

También comprendemos, todo hay que decirlo, el pánico escénico del Gobierno a librar una batalla perdida por quien es ya un difunto político con pase de pernocta, que diría un colega nuestro. Ahora todo el interés del Consell y de sus huestes está en aguantar el tipo y confiar en que no emerja más chapapote, incluso que se produzca un prodigioso fallo absolutorio en alguna de las causas abiertas al referido conseguidor de prebendas administrativas. Mientras se escudriña la vida y milagros del compañero caído en desgracia, no se repara demasiado -o tal creen- en el flujo de corruptelas que ya empapa a los heraldos de la ética, como rezaba su pancarta electoral. Torrevieja, Orihuela, Alicante, Calp, Valencia (sí, el Ayuntamiento de Valencia y sus contrataciones directas), la Diputación y sus seguros, el uso de las visas, la pila de impagados y etcétera, cuentas incompletas de un dogal contra el que no valen las protestas de honradez.

Pero no hablar de los problemas o escándalos no les comporta su olvido, además de dejar las Cortes en barbecho. Lo dijo bien claro el portavoz de EU: "Usted será el responsable de encubrir un presunto delito fiscal". El aludido era el presidente Camps, a quien señaló con el dedo, y no con un kalashnikov, como sugiere el consejero Esteban González Pons cuando confunde maliciosamente un gesto de la mano con la amenaza de un arma. Una necedad que el portavoz creyó ingeniosa. Que aproveche estos trances porque la legislatura expira con un gobierno a la defensiva y una oposición que -¿será un espejismo?- vuelve por sus fueros.

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