Presos en la ciudad abierta
Desde el 8 de septiembre de 1943 hasta 4 de junio de 1944 Roma sufrió la ocupación alemana. Fueron 270 días que, según el autor de este libro, han sido estudiados sólo fragmentariamente por los historiadores contemporáneos, debido a que se desconocía gran parte de la documentación de la que se dispone en la actualidad. Robert Katz, un norteamericano enamorado de la historia reciente de Italia,, ha estudiado exhaustivamente los nuevos documentos, además de entrevistar a varios supervivientes. La Roma que presenta Katz despierta inevitablemente en el lector el recuerdo de la célebre película "neorrealista" del realizador italiano Roberto Rossellini, Roma, città aperta (1945); tan agria y desgarradora, tan espantosamente real. Sólo que Katz describe una realidad aún más compleja y ambigua que la blanca y negra de Rossellini.
LA BATALLA DE ROMA. Los nazis, los aliados, los partisanos y el Papa
Robert Katz
Traducción de Javier Escobar y Eva Zimerman
Turner. Madrid, 2005
500 páginas. 23 euros
Gracias a un estilo claro y ágil, así como a técnicas casi de novela policiaca, Katz nos sumerge de golpe en la sordidez de aquella Roma declarada por el mariscal Badoglio "ciudad abierta" -algo así como un territorio ideal y desmilitarizado de la diplomacia europea-, una vez depuesto Mussolini a espaldas de Hitler, y poco antes de que Italia firmara su propio armisticio secreto con los aliados. Ni éstos ni los nazis respetaron aquel estatus ilusorio; Mussolini fue rescatado por los alemanes y la Ciudad Eterna, tomada por las tropas de la Wehrmacht, al mando del general Kesselring, para "protegerla" mientras se esperaba un asalto aliado a Italia. Poco después, el quinto ejército norteamericano del general Clark desembarcaba en Salerno, pero aún tendrían que transcurrir varios meses hasta que pudiera tomar Roma. Mientras, la ciudad se convirtió en un nido plagado de espías y torturadores, de movimientos partisanos y de una población oprimida, hambrienta y hastiada.
Katz rememora la historia de
aquellos intensos meses desde varias perspectivas: hablan los altos mandos alemanes y los diplomáticos, los fascistas italianos, los partisanos, el espionaje americano y los indefensos judíos. Las visiones que proporciona de las personas y sus acciones son objetivas, sin divisiones sesgadas entre "buenos" y "malos" y sin digresiones morales. De manera que, por ejemplo, conocemos a unos generales alemanes preocupados por impedir la destrucción de los judíos romanos, pero también advertimos su corrupción y su sadismo. También, la ambigua actitud de Pío XII, connivente con los alemanes y poco entusiasta de los aliados, preocupado por la posible destrucción de Roma, temeroso además de que tras la guerra se instaurase en Italia y en toda Europa un régimen "comunista" peor que el hitleriano. Asimismo, seguimos los pasos al espía americano Peter Tompkins y a los jovencísimos resistentes Elena y Paolo, con sus numerosos camaradas, casi todos ellos asesinados por la Unidad de Policía Especial al mando de un personaje siniestro: Pietro Koch.
El punto crítico del libro lo
constituye el relato del atentado perpetrado por los partisanos en la Vía Rasella el 23 de marzo de 1944 contra un batallón de policías de las SS, sus preparativos y sus consecuencias. La represalia de los alemanes por sus 32 muertos desembocó en el asesinato de 335 romanos, entre hombres, adolescentes y niños, en las "fosas ardeatinas". Katz describe los pormenores de la matanza, y documenta la dudosa "neutralidad" del Papa; actualmente ha quedado probado que el Vaticano supo de la cruel venganza alemana horas antes de las ejecuciones. Pío XII, quien pasó a la historia como "salvador de la ciudad", no intervino en favor de los rehenes. En definitiva, el libro es absolutamente recomendable para quienes desean conocer mejor los trágicos avatares del siglo XX con todo lujo de detalles, con su elevada tasa de intriga y dramatismo novelesco.
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