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Columna
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Enseñanzas

El cardenal y arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, ha anunciado que no acudirá ni llamará a sus fieles a la manifestación en Madrid contra la reforma del Código Civil que legaliza el matrimonio entre homosexuales. Las únicas manifestaciones a las que asiste -dice- son las religiosas. La Conferencia Episcopal no la convoca, pero la apoya. El PP no sabe si irá oficialmente. Seguramente irá. Va a todas. Además, los homosexuales no son de este reino ni del cielo y, lo de amaros los unos a los otros, depende. La CEE y el PP son los que otorgan la garantía y el marchamo de calidad de decencia católica y social.

No es extraño. Después de todo, algunos estaban acostumbrados a llevar bajo palio a Pinochet, a Franco y a aplaudir la permanencia de un valle, en el que están solo los que cayeron de un lado. Pues, nada, más de lo mismo. Ahora toca volver a utilizar sotanas, alzacuellos y lo que haga falta.

Lo que sí preocupa, y también a un elevado número de católicos, es que algunos pastores utilicen los sentimientos religiosos y la misa como instrumentos propagandísticos.

Entiendo que en un sistema plural, como el que nos hemos dado, la libertad permite cualquier manifestación, siempre que no tenga motivos ilegítimos. Sin embargo, no puedo entender que se aproveche la asistencia a misa y el estado de gracia de los feligreses para forzarles a asistir a una manifestación. Que, en lugar de las Cartas a los Corintios, se lean las cartas contra los homosexuales. Todo no debería valer.

A veces pienso, cuando se lanzan estos mensajes desde los templos, que no existe diferencia entre la forma de entender la religión -cualquiera que sea- algunos pastores. No soportan ni incorporan avances de la humanidad. Unas veces el objeto de las iras religiosas es la mujer, para mantener su retraso y su incorporación plena a la sociedad; otras la homosexualidad.

Claro que, a estas alturas del señor, tampoco sorprende. Cuando algunos han sido capaces de convivir y pedir por la salud del saludable día tras día, al tiempo que han sabido callar la indecencia de estos regímenes, y el dolor de muchas gentes, es normal que algunos sigan con estas enseñanzas. En cualquier caso, y por si acaso, si voy a misa será después del 18. Esta homilía no me la voy a tragar ni oficial, ni extraoficialmente.

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