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Reportaje:

El magistrado perezoso

Destituido el titular del Juzgado Nacional de Ejecución Penal que tenía 10.000 casos sin resolver porque se le "cansaba la mano"

Jorge Marirrodriga

A Néstor Nazzirano se le "cansaba la mano", según sus propias palabras, a la hora de firmar expedientes y pedía que no le llegaran muchos. Tal vez por eso en el Juzgado Nacional de Ejecución Penal número 3 de Argentina, que presidía, se acumulaban más de 10.000 casos sin resolver. Algún problema debía de tener el juez con los teclados y por eso ordenaba apagar a sus subordinados los ordenadores de manera que éstos no podían trabajar. El caso es que Nazzirano ha sido destituido, en una decisión sin precedentes en Argentina, acusado de "ociosidad y pereza" por el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de la Nación y se ha convertido en un ejemplo, casi surrealista, de la situación de colapso que vive la justicia argentina.

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Los compañeros de Nazzirano le han expulsado de la carrera -y de paso le han dejado sin jubilación- por vago, pero el ex juez no permanecía inactivo en su despacho sino que se dedicaba a estudiar la carrera de Psicología durante el tiempo que debía pasar resolviendo casos o visitando las prisiones donde había reclusos a su cargo. Nazzirano estudiaba en la Universidad John F. Kennedy, cuyos archivos han demostrado que al menos siete asignaturas fueron cursadas en horas de trabajo. Ocupaba su plaza desde 1996 y sólo visitó una vez la prisión de Villa Devoto, una de las más importantes del país. En 2003 estuvo en el penal de Marcos Paz. Por Caseros y Ezeiza, también bajo su jurisdicción, jamás apareció.

"Me han echado por leer dos horas a Freud", se quejó Nazzirano a la prensa. El ex magistrado reconoce que llegaba al trabajo todos los días a las diez de la mañana y se iba a las dos y cuarto de la tarde. También aseguró que su interés por la psicología estaba directamente relacionado con su trabajo ya que trataba de comprender mejor la mente de los detenidos. Los empleados del juzgado aseguran que apenas pasaba dos horas al día en su oficina, que ni siquiera se molestaba en tomar declaración a los detenidos, sino que hacía bajar a los sótanos a los secretarios para que cumplieran estos trámites, y que se despreocupaba de los procesos.

Los magistrados que le han sancionado sí que han encontrado algo que le preocupaba a Nazzirano: la familia. Y así contrató en su juzgado a su hija y al novio de ésta. Entonces sí se cumplieron los trámites legales y el ex juez no ha sido sancionado por este hecho.

El estupor ha dado paso a la indignación en Argentina. La conducta del juez provocó que varias personas tardaran hasta seis meses más de lo debido en ser puestas en libertad. El Consejo de la Magistratura decidió a finales del año pasado suspender a Nazzirano de sus funciones y el pasado martes se ratificó la condena.

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Según la resolución, el ex magistrado es responsable de "haber ignorado en el marco de la absoluta desidia que caracterizaba su obrar a aquellos cuya atención constituye el fin último que se le asigna a su juzgado: velar por las garantías y derechos de quienes, bajo su guardia, se hallan privados de libertad". El juez abandonó a los detenidos en las cárceles, pero además impidió a sus subordinados que cumplieran con su función de asistencia.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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