Día Mundial del Medio Ambiente
Hoy, 5 de junio, es el Día Mundial del Medio Ambiente. Una fecha tan válida como cualquier otra para reivindicar no ya la protección medioambiental sin más, sino la efectiva generalización de una educación ambiental a todos los niveles de la sociedad.
A finales del siglo XIX y principios del XX, sólo unos pocos excursionistas, burgueses y cultos, valoraban los paisajes "puros y naturales" frente a las sucias ciudades industriales: fruto de este interés nacieron los primeros parques nacionales en todo el mundo, hijos de una concepción monumental e higienista de la naturaleza. Hoy, cien años después, los retos son distintos y no se trata únicamente de proteger un paraje; en la actualidad, la justificación última del espíritu ambientalista es la de la misma supervivencia de nuestra especie. Sin embargo, todo ello parece no llegar a la gente, que o bien por desconocimiento o bien por saturación de informaciones catastrofistas y sensacionalistas (que acaban inmunizando la opinión pública respecto los problemas ambientales) piensa que ya está todo hecho y que lo único que puede hacer es plantar un arbolito una vez al año.
Cada día se pervierte el significado de la palabra "sostenibilidad", y se aplica el adjetivo a cualquier proyecto sin tan siquiera reparar en los contrasentidos generados; así, veremos carreteras sostenibles, embalses sostenibles, vertederos sostenibles y hasta deforestaciones sostenibles, pero en la mayor parte de los casos se trata únicamente de una etiqueta para vender, sin más, el producto.
Hoy en día hemos pasado de unas necesidades de protección locales a unos requerimientos globales que hacen urgente e inevitable un cambio en los patrones de consumo, comercio, transporte y organización social para armonizar nuestra presencia (que no nuestro desarrollo) con el resto de vida del planeta.
No es cuestión de las ballenas azules o de los baobabs, ni tan siquiera del oso panda: los desafíos actuales trascienden los simbolismos fáciles e infantiles de animalitos simpáticos, y mientras se siga obviando la necesidad de extender una fuerte cultura ambiental (vía medios de comunicación, escuelas, instituciones, entidades privadas), el respeto al medio ambiente seguirá siendo una marioneta instrumentalizada al servicio de quienes lo degradan.
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