La sombrilla de la prevención

El calor no es democrático y no afecta a todos por igual. Sus peores consecuencias se ensañan normalmente con los más débiles: las personas mayores y los niños. Lo saben bien los miembros del servicio de Urgencias del hospital Virgen del Rocío de Sevilla que, un verano más, se preparan para recibir en sus salas a pacientes con los típicos cuadros ligados a las altas temperaturas .

"La mayoría de las personas que acuden a los hospitales por esta razón son personas mayores. Los problemas más habituales no son los golpes de calor, sino cuadros de deshidratación", explica la doctora Julia Herrera, médico adjunto del servicio de cuidados críticos y de urgencias. "Algunas de estas personas están aquejadas por patologías que les obligan a tomar una medicación que les vuelve más susceptible a la pérdida de líquidos. Y a ello se añade que muchas de estas personas no tienen sus viviendas bien acondicionadas", dice Herrara.

Cuando se encuentran más ancianos con golpes de calor es durante las olas de alta temperaturas prolongadas. "Para que exista una ola de calor, durante más de una semana, las temperaturas deben de estar por encima de los 35º y no refrescar por las noches. Es entonces cuando, casi de golpe, empiezan a llegar los casos en cadena", dice Emilio García, también facultativo de Urgencias.

Los dos médicos recuerdan la ola de calor que hace dos años azotó a toda Europa y de la que Andalucía no quedó exenta. Entre el 29 de julio y el 15 de agosto murieron en España 44 personas debido a las temperaturas extremas. En Andalucía fueron 30. Y la de 1995. "Aquel año recuerdo que tuvimos muchísimos casos. Las salas estaban repletas. Y tuvimos que reforzarnos con más ventiladores y bolsas de hielo. Incluso recuerdo un paciente con una bolsa de guisantes congelados en la cabeza", dice Herrera.

Cada caso es distinto y el umbral de cada persona para sufrir un cuadro de golpe de calor diferente. "Depende mucho de la resistencia física y del entrenamiento que tenga cada uno, puntualiza García, quien recuerda un caso en la ola de 2003, de un paciente "joven" con golpe de calor que también lo había sufrido en 1995: "Hay gente, como él, que por alguna razón tiene especial predisposición". Y es que os jóvenes no están libres de las consecuencias del calor. De hecho, lo que se conoce como golpe de calor (exposiciones a temperaturas extremas durante largo tiempo con consecuencia de fiebres muy altas y pérdida parcial de conciencia) se suele dar más en personas jóvenes que hacen sobreesfuerzos físicos a pleno sol por práctica de deporte o por trabajo.

Ambos médicos creen que lo fundamental es la prevención. La Consejería de Salud ha lanzado un nuevo plan de concienciación de la ciudadanía sobre las medidas que deben tomar. Este verano, se llama la atención a los cuidadores de la población más frágil. Las medidas son sencillas: mantenerse hidratados con duchas frecuentes; usar ropas de algodón; beber mucha agua; procurar no consumir alcohol; enriquecer la dieta con frutas y verduras.