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Reportaje:

El cambio de los gigantes de acero

La instalación de 'La materia del tiempo', de Richard Serra, inaugura una nueva etapa en el Guggenheim

El director de la Fundación Guggenheim de Nueva York, Thomas Krens, pensaba que la sala más grande del museo de Bilbao, los 3.000 metros cuadrados sin columnas que el arquitecto Frank O. Gehry bautizo como Fish (pez), era ideal para la obra de Richard Serra desde que la pisó por vez primera. Lo recordaba ayer Carmen Giménez, la comisaria de la instalación La materia del tiempo, las ocho esculturas de Serra encargadas por el Guggenheim. Han tenido que pasar ocho años para que la sala Fish -ahora bautizada sala Arcelor para reconocer el apoyo del patrocinador- se encuentre definitivamente con Serra, después de la experiencia de la exposición temporal de Torsiones elípticas en 1999.

Carmen Giménez dice que "el museo necesita una identidad por dentro"
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Con las siete nuevas esculturas que rodean a Snake (serpiente), instalada desde la inauguración del museo en 1997, el Guggenheim sufre su primer gran cambio, mucho más profundo que las renovaciones de la colección permanente y la variedad de las exposiciones temporales. Las monumentales esculturas de acero de Serra están llamadas a ser el rostro del Guggenheim, al menos, en las primeras décadas del siglo XXI. "Este museo ya tiene una identidad por fuera, una arquitectura, y necesita una identidad por dentro", defendió Giménez, colaboradora directa de Thomas Krens desde hace muchos años. "Richard Serra es el único artista capaz de conseguirlo", añadió.

Giménez destacó el desafió de Serra al espacio arquitectónico con una esculturas -figuras formadas con planchas de acero de más de cuatro metros de altura que se mantienen en pie por la fuerza de la gravedad- que "cobijan y desconciertan" al espectador e invitan a descubrir las sensaciones del inquietante laberinto que conforman. "Se ha propuesto actualizar la escultura de siempre", dijo. "Richard Serra es el único escultor vivo que nos proyecta el futuro con tanta intensidad".

El director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, explicó que con La materia del tiempo se abre "una nueva etapa museística" que buscará la estabilidad de parte de la oferta, frente a los cambios en la presentación de la colección permante que ha sido característica del museo hasta ahora. Vidarte señaló que es el resultado de la experiencia acumulada en el uso de los espacios del museo.

A partir del próximo miércoles, con la apertura al público La materia del tiempo, la primera planta de museo será dedicada a la presentación de la colección propia. El museo reservará la segunda planta a las exposiciones temporales y, para acabar de redondear la nueva identidad, la tercera a las obras clásicas de los fondos Guggenheim. Las dos salas contiguas al espacio ocupado por Serra albergarán obras que responden a uno de los ejes principales de la colección adquirida por el Guggenheim Bilbao: la relación entre el arte estadounidense y europeo de la postguerra. Son obras que han formado parte de exposiciones anteriores, como piezas del movimiento pop firmadas por Andy Warhol, Roy Lichtenstein, James Rosenquist y Claes Oldenburg, y del neoexpresionista alemán Anselm Kiefer, junto a representantes del arte povera (Mario Mertz, Jannis Kounellis) y su coetáneo inglés Richard Long.

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