Largos senderos necesarios

Francis Alÿs asume el riesgo de mofarse del formato artístico, aunque esta burla sea explícitamente atractiva, como cuando se le ocurre mostrar las fotografías de la vida callejera de la megápolis mexicana, DF, ciudad donde reside desde hace veinte años, que ilustran la vida de los sintecho y de perros vagabundos (Sleepers, 1992-2002) durmiendo en aceras y portales improvisados -"en su lecho último se acomodan / para esperar la muerte / Quieren tenerla, toda" (Borges)-.

El autor belga (1959) también ha retratado a los vendedores ambulantes que desaparecen detrás de enormes pilas de cajas y bultos mientras empujan sus mercancías hacia el abismo de sus vidas, donde nunca tocarán fondo (Los ambulantes, 1997-2002). Son estampas que no admiten réplica, porque surgen de los paseos del artista por las calles que rodean su estudio, cerca de la plaza del Zócalo, aunque podrían haber salido de la cámara de cualquier turista atrapado por el vapor gaseoso de tantas cosas eternas y tantos hondos dioses muertos del fabuloso universo mexicano. El ojo de Alÿs hereda lo más extravagante y personal de su ciudad, como si le arrancara la piel a la realidad y se la devolviera hecha un cinturón o unos zapatos. Toda esa entropía está compensada por el mundo tan propio que parece sugerir un trabajo que simboliza el peregrinaje idealizado por los largos senderos necesarios de la cotidianeidad de México: el caminar de un flâneur que prefiere la conciencia a la imaginación.

El Macba, en colaboración con el Kuntsmuseum de Wolfsburg, presenta los trabajos que Francis Alÿs realizó durante los últimos doce años bajo el denominador poco común del artista-okupa que explora el espacio antropológico donde vive a través de anécdotas y situaciones azarosas vistas o vividas en su deambular curioso. La propuesta reúne dibujos, pinturas, vídeos, fotografías, objetos y documentación de todas esas "acciones" infiltradas en el ámbito urbano. La instalación titulada 45 Ghetto Collectors (2004) consta de pequeñas esculturas móviles imantadas, creadas para ser arrastradas por el suelo y así ir recogiendo la basura metálica a su paso. Alÿs también "pasea" por la ciudad un enorme bloque de hielo hasta que sólo queda un pequeño vaso de agua (Paradoja de praxis: a veces hacer una cosa acaba en nada, 1997). Cuentos patrióticos (1997) reproduce en vídeo la acción de un hombre que da vueltas a la bandera central del Zócalo, primero guiando una sola oveja, a la que se van sumando otras en fila hasta que acaban formando un círculo, y tiene que ver con la célebre manifestación estudiantil de 1968 en la capital mexicana, que fue brutalmente reprimida, lo que amedrentó a la población, que vio cómo unos pocos rebeldes se burlaban de ellos y del Gobierno con el gesto de emitir balidos de una oveja. En la instalación Zócalo, May, 22 (1999), realizada con Rafael Ortega, se puede ver el movimiento durante doce horas de los viandantes que se refugian en la sombra monumental que produce el enorme mástil de la bandera mexicana, como si fuera un reloj de sol; y en la videoinstalación Re-Enactments (2000), el artista sale a la calle pistola en mano esperando que actúe el azar. Una doble proyección muestra la grabación de la acción original hasta que la policía le detiene y junto a ella una reconstrucción de los hechos grabada con la complicidad de la policía. Quizá sea ésta la obra más obstinadamente crítica contra la gratuidad e inoperancia de las "fuerzas del orden" en un país donde la vida parpadea y vacila frente a la interminable explotación y muerte de las mujeres.