El perro bicéfalo
Dos potentes imágenes resumen la historia de esta en principio olvidable película de acción, Danny the Dog, de Louis Leterrier, convertida por la fuerza de la metáfora en una más que aceptable historia sobre el sometimiento, la libertad y la posibilidad de hacer frente a un angustioso pasado: en la primera de las estampas, un mafioso (el siempre inquietante Bob Hoskins) quita y pone a uno de sus vasallos guardaespaldas un collar de perro antes y después de cada uno de sus violentos trabajos. Es el dogo asesino.
En el segundo fotograma, el mismo personaje (el especialista en artes marciales Jet Li) ejerce de guía de un sensible ciego que se dedica a afinar pianos (Morgan Freeman, una presencia que inunda el patio de butacas), una personalidad nueva en su vida que le ayudará a verla de una forma radicalmente opuesta a como se había desarrollado hasta entonces. El dogo asesino también es el perro lazarillo.
DANNY THE DOG
Dirección: Louis Leterrier. Intérpretes: Jet Li, Morgan Freeman, Bob Hoskins, Kerry Condon. Género: drama de acción. EE UU, Francia, Hong-Kong, 2005. Duración: 102 minutos.
Escrita y producida por el francés Luc Besson, Danny the dog (tanto la película como el personaje) posee las características esenciales de algunas de sus composiciones más celebradas por el gran público, caso del frío asesino reciclado en canguro infantil que interpretaba Jean Reno en León el profesional (1994), o de la insensible máquina de matar fabricada por el Gobierno que protagonizaba Nikita (1990).
Los tres papeles parten de unas fachadas talladas a base de durísimo mármol, pero rellenas del material con el que se fabrican los sueños. Danny aparenta querer morder cuando en realidad está deseando lamer la mano de sus oponentes. Como el samurái de Ghost Dog (Jim Jarmusch, 1999), este hombre-perro vive atrapado en su propio amaestramiento desde que fue recogido por su dueño siendo apenas un crío.
Babelia
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