Unas jornadas recuerdan en Sevilla los valores democráticos de la II República
La España de la II República promovió unos valores que fueron destruidos por la Guerra Civil. La posterior dictadura intentó borrar cualquier recuerdo republicano. Sin embargo, la democracia nacida tras la muerte de Franco recuperó una gran parte del espíritu de la II República. Las Reales Atarazanas de Sevilla acogen desde ayer las jornadas Decíamos ayer. Valores democráticos de la II República, que ha organizado el Centro de Estudios Andaluces, dependiente de la Consejería de la Presidencia.
Las jornadas, que concluyen hoy, estuvieron dedicadas en su primer día a La no beligerancia en las relaciones internacionales. Este asunto centró, pues, las intervenciones del coronel Carlos Blanco Escolá, el teniente coronel Fernando Reinlein García-Miranda y el periodista y escritor Jorge Martínez Reverte. La proyección del cortometraje Días Rojos, del director Gonzalo Bendala, cerró la primera sesión de las jornadas.
Martínez Reverte recordó ante algo más de medio centenar de personas el drama que supuso para el presidente de la República Manuel Azaña la Guerra Civil. El carácter fratricida de la contienda añadía sal a la herida de un Azaña que siempre se mostró contrario a extender la guerra al resto de Europa. Los discursos de Azaña son elocuentes en este sentido. Y Martínez Reverte los fue desgranando.
El golpe de Estado de 1936 fue, en opinión del periodista, "de inusitada violencia". "Cuando lo planificaron, los propios mentores, como el general Mola, decían que el movimiento tenía que ser de extrema violencia. Queipo de Llano empezó de inmediato a aplicar esa violencia", señaló. Los rebeldes tenían "un discurso exterminador". "Para ellos sólo podía haber la España nacional-católica. La otra España debía ser exterminada", agregó.
El país quedó roto entre la España de los golpistas y la España del Gobierno republicano, en la que "en los primeros meses se produjo un movimiento con la misma equivalencia criminal". "Ante la barbaridad de los rebeldes se produjo un caos con crímenes rechazables y arbitrarios. Hasta diciembre de 1936 no se reconstruye el Estado republicano", detalló Martínez Reverte.
Libertad de los ciudadanos
Ante una situación como ésta Azaña se desvinculó del crimen. "Azaña dice que el Estado republicano tiene el deber de ganar la guerra para garantizar la libertad de los ciudadanos, pero de todos los ciudadanos, también de los rebeldes", recordó el periodista. "No se trataba de promover ninguna idea de exterminio, sino de volver a acogerles en un régimen democrático que garantizara sus libertades", añadió. Azaña hizo hincapié en sus escritos en el papel de los combatientes marroquíes, alemanes e italianos que apoyaron a Franco para calificar la contienda como "una guerra de invasión". Incluso llegó a escribir que una posible victoria republicana "no será un triunfo personal (...) porque no se triunfa personalmente contra compatriotas". Martínez Reverte recalcó la "superioridad moral" de las ideas de Azaña "sobre el discurso de exterminio físico, intelectual y moral de la otra parte" promovido por los sublevados.
Azaña mantuvo esa postura en sus cuatro discursos. En el último, el dirigente republicano reiteró su propuesta de "paz, piedad y perdón". Esta oferta, tal y como señaló Martínez Reverte, "no es la de un hombre derrotado, sino la de un hombre generoso porque todavía la República tenía la posibilidad de ganar la guerra". Azaña fue derrotado, pero el espíritu y los valores republicanos han sido heredados por la actual sociedad española. "Este país es republicano como Azaña", concluyó Martínez Reverte.
La Separación Estado-Iglesia como garantía de libertad religiosa es el asunto que se abordará hoy en las jornadas. Francisco Durán Alcalá, director de la Casa-Museo Niceto Alcalá-Zamora; Juan Antonio Estrada, teólogo y catedrático de Filosofía de la Universidad de Granada, y Gregorio Peces Barba, rector de la Universidad Carlos III, hablarán sobre este tema.
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