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UGT denuncia que faltan operarios cualificados en las obras de Madrid

El sindicato asegura que las empresas elevan ficticiamente la categoría de los obreros

Soledad Alcaide

El sindicato UGT denuncia que en Madrid escasea la mano de obra cualificada para terminar en el tiempo previsto el gran volumen de obras que se están realizando en la capital. Faltan, sobre todo, oficiales de primera y capataces, aunque las empresas subcontratadas elevan la categoría de los peones en los contratos para que puedan manejar máquinas, según UGT. La consecuencia es que aumenta el riesgo de accidentes laborales y que, para terminar en plazo, las subcontratas mueven a los obreros de tajos, saltándose las limitaciones.

Un portavoz de la Consejería de Empleo y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid explicó que actuar contra este tipo de explotación es muy difícil mientras no haya denuncias. "Es comparable, por poner un ejemplo, a los casos de maltrato. Sin denuncia previa, es difícil actuar", afirmó.

"La construcción es el sector que recoge el mayor volumen de mano de obra, pero no está cualificada, ni las grandes empresas están interesadas en que esto se corrija", asegura el responsable de Salud Laboral de la Federación del Metal y la Construcción de UGT, Domingo Martínez, que ha hecho un balance de la situación laboral de las obras en la región.

Según el sindicato, más de 15.000 obreros trabajan en el casi un centenar de trabajos de grandes infraestructuras que se realizan en la región, de los que sólo una tercera parte están empleados en las obras del metro (18 estaciones con subtúneles, cuatro líneas de tranvía y dos cocheras).

Comisión de seguimiento

Martínez representa a su sindicato en la comisión consultiva de seguimiento en materia de seguridad y salud, integrada por los sindicatos, la patronal de Madrid, así como por un representante de la Administración. Al amparo del segundo Plan Director de Prevención de Riesgos Laborales -acordado por los sindicatos y la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre-, su función es hacer un seguimiento de las condiciones laborales de las obras. Esta comisión visita cada uno de los tramos de obra que se realizan en Madrid.

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Según Martínez, el número de obreros que trabaja en la actualidad sería suficiente si los tajos siguieran plazos de ejecución razonables. Como ejemplo, asegura que una obra en la que hoy se fijan 18 meses, normalmente debería durar unos tres años y medio. "Son plazos políticos, no de ejecución", sostiene. Además, un tiempo más prolongado permitiría formar a los trabajadores.

Las obras las contratan grandes empresas, pero la ejecución la dejan en manos de subcontratas. Según UGT, estas últimas incumplen sistemáticamente los acuerdos en materia laboral de la Comunidad, ante la connivencia de las adjudicatarias. "A las grandes empresas les basta un papel en el que se firma la formación de los empleados, aunque no la tengan", asegura Martínez. Y cuenta que las adjudicatarias suben la categoría a los trabajadores para que puedan manejar maquinaria. Como ganan más, los obreros no lo denuncian. "Pero en la práctica no están capacitados y por eso hay tantos accidentes laborales", asegura Martínez, quien precisa que apenas se encuentran en las obras peones, porque la categoría está falseada.

"Casi todos son peones especialistas [una categoría superior] porque éstos pueden manejar una cortadora, subirse a un andamio... Está camuflado para que puedan utilizar pequeñas máquinas y las cotizaciones son las mismas", cuenta. Y prosigue: "A veces vamos a una obra y nos dicen que la formación que les han dado es una charla", explica. "Y a lo mejor el obrero no hablaba castellano". Cuenta otra anécdota: fue a una obra y, para acreditar la formación, le entregaron 11 diplomas de los obreros. Pero todos llevaban una fecha para la que faltaban 10 días. "Cuando pedí explicaciones, me dijeron que al apuntarse a las clases, ya daban el diploma", explica.

Además, la necesidad de cumplir los plazos hace que, según UGT, las subcontratas lleven a sus trabajadores de unos tajos a otros. El artículo 15 del convenio colectivo del sector en la región, con vigencia hasta 2006, dice que el personal fijo de obra puede prestar servicios a una misma empresa en distintos centros de trabajo, siempre que sea en la misma provincia y cuando termine la obra en curso. "Eso se incumple", asegura Martínez.

Largos parones

De ahí que muchas de las obras en marcha sufran largos parones y, otras, según las necesidades, experimenten adelantos inesperados. "El otro día estaban haciendo pilotajes en el barrio de La Elipa junto a las ventanas de los vecinos, que protestaron. Para acallarlos, mandaron gente de otra obra para terminar antes. Esos trabajadores, lógicamente, los quitan de otro sitio", asegura.

La UGT también denuncia el incumplimiento del artículo 47 del convenio sobre el horario -"entre las ocho y las siete de la tarde, de lunes a viernes"-, porque en la mayoría de las grandes infraestructuras se trabaja las 24 horas en tres turnos. "Sólo se puede modificar por gravedad y los únicos que podemos decidirla somos los sindicatos y los empresarios juntos", dice Martínez.

Este periódico trató de recabar la versión de la Asociación de Empresas de la Construcción de Madrid (Aecom), pero su presidente estaba reunido.

"Si pasa algo, cuando llegues a la mutua, la culpa es tuya"

Juan, de 31 años, es el nombre supuesto de un obrero de Madrid que no quiere dar su nombre por miedo a perder su empleo. Cuenta que debe trabajar 10 horas diarias para sacarse unos 60 euros por jornada, de los que le descuentan la Seguridad Social, el IRPF, las vacaciones... "Y si no vengo, no me pagan", explica. "Pero tengo que firmar como que me han dado hasta paga extra".

En diciembre pasado apenas cobró 11 días de trabajo. "Las empresas cierran del 20 al 3 de enero y, con los fines de semana, no trabajas el mes completo", explica. Juan quiere dejar claro que las malas condiciones laborales del sector de la construcción afectan a todos por igual, sean inmigrantes o españoles.

"No nos dan herramientas. Pero en el contrato yo firmo que me dan casco, botas ..., de todo", afirma. En la obra donde trabaja ahora se empeñó en que era obligación de su jefe y éste le dio el equipo.

"Pero me da igual, porque me lo va a descontar del sueldo", agrega. Hace poco, prosigue, le dijeron: "Si te pasa algo, cuando llegues a la mutua, la culpa es tuya".

También cuenta que cambia a menudo de lugar de trabajo, aunque sabe que la rotación en el empleo tiene condiciones limitadas. "Es a diario. Hoy [por ayer] he estado en Boadilla, pero la semana pasada estuve en el centro. Te dicen, vete a tal obra, y fuera", asegura Juan, que explica que el reparto de trabajadores en los tajos se hace en función de la prisa que corra terminar la obra: "En la que ya está acabando, por ejemplo, se quedan dos obreros y se van cuatro a otra más atrasada".

También asegura que, al cobrar por horas, la mayoría de los obreros trabajan los festivos. "Si estoy en Madrid y es fiesta para la construcción, entonces me mandan a otro lado de la región donde no lo sea, pero no cobro como si fuera festivo", explica.

"Te hacen firmar por todo. Y los culpables somos nosotros por no decir nada, pero yo luego tengo que pagar la casa y que comer", dice. "Poco pasa para lo que nos tenía que pasar", apostilla.

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Sobre la firma

Soledad Alcaide
Defensora del Lector. Antes fue jefa de sección de Reportajes y Madrid (2021-2022), de Redes Sociales y Newsletters (2018-2021) y subdirectora de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS (2014-2018). Es licenciada en Derecho por la UAM y tiene un máster de Periodismo UAM-EL PAÍS y otro de Transformación Digital de ISDI Digital Talent. 

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