Una acción de 'mail art' provoca una denuncia judicial de Caja Navarra
El artista Miguel Pueyo criticó por Internet la política cultural de la CAN
Una acción de mail art (utilización del correo electrónico como instrumento artístico) ha derivado en una iniciativa judicial que amenaza con conducir al creador pamplonés Miguel Pueyo ante los tribunales para defenderse de cargos de gravedad. A Caja Navarra, que ha presentado la denuncia, no le ha sentado nada bien la provocadora iniciativa del joven artista, que cuenta ya con obras en distintos museos y galerías de arte contemporáneo.
El origen de todo es la distribución a través de Internet de un e-mail anónimo que Pueyo incluyó en un proyecto multidisciplinar llamado Zulo. Esta iniciativa, con la que ganó el primer premio de Artes Plásticas Encuentros 2003 de Navarra convocado por el Gobierno foral, incluía la reconstrucción de un zulo de ETA en el que proponía a los visitantes vivir la sensación de estar secuestrado. Zulo opta a la obtención de una beca artística de la Fundación Botín del Banco de Santander. El correo electrónico se titulaba Caja Navarra contra la cultura, utilizaba una tipografía similar a la de la Fundación Caja Navarra (CAN) y constituía un duro alegato contra la política cultural de la entidad de ahorro.
El 18 de mayo Pueyo envió un centenar de e-mail dirigidos a representantes del mundo artístico y cultural y a medios de comunicación, que fueron finalmente recibidos por varios miles de internautas. Iban firmados con un nombre falso -Manuel Fernández- pero contenían su verdadera identidad en la firma digital. El envío estaba anunciado en el proyecto Zulo, desarrollado desde hace más de dos años por el artista, y sobre él Pueyo daba referencias concretas en la documentación presentada en abril a las becas de la Fundación Botín.
El correo electrónico denunciaba una reducción drástica de las ayudas de Caja Navarra a la cultura, que habrían pasado de 7 millones de euros en 2004 a apenas 500.000 euros este ejercicio. Caja Navarra ha denunciado que las cifras son falsas. En el extenso mensaje, Pueyo criticaba el lujo con el que la entidad ha impulsado la renovación de sus oficinas y marca corporativa e invitaba a los receptores del mensaje a difundirlo y a cancelar sus cuentas en CAN como señal de protesta. "Que quede claro que con esta iniciativa no queremos acabar con CAN, sólo queremos que cambie su política cultural", indicaba.
Caja Navarra denunció su circulación ante la Policía y el juzgado de guardia, instando al inmediato bloqueo de la cuenta de correo originaria del mensaje. Basaba su denuncia en la utilización de su imagen corporativa, la aportación de datos falsos de su obra social y el ánimo de su autor de "perjudicar gravemente el prestigio" de la institución y de causarle un daño patrimonial.
Antes de que los técnicos informáticos de CAN o la propia Policía averiguaran su identidad, Pueyo remitió el viernes 21 un burofax a Caja Navarra identificándose como el autor del envío y contextualizando éste como una de las explícitas medidas artísticas incluidas en el proyecto Zulo. "Este hecho puede ser certificado con fecha de entrada por la propia Fundación Botín", señalaba Pueyo, que restó importancia a su llamada a cancelar las cuentas de CAN.
Pueyo sostiene que no suplantó la imagen gráfica de CAN. "Hice una modificación artística de su imagen gráfica, reconocible pero que forma parte de la obra, con un logotipo que no utiliza la tipografía de la caja y un texto notoriamente diferente que no engañó a nadie". El creador navarro recuerda que artistas como Hans Haacke han recurrido en su carrera al uso de logotipos publicitarios sin modificar como parte de sus acciones-protesta.
"Debido al constante deterioro de la política cultural en Navarra Zulo evolucionó desde el análisis del mundo del terrorismo a estructurar una campaña de protesta y reacción ante la actual situación cultural en esta comunidad", indica Pueyo. Añade que artistas como Isidoro Valcárcel Medina utilizan desde hace años el mail art.
Pueyo dimitió de su cargo de programador de la sala de arte Carlos III de Pamplona, que coordinaba desde hacía dos años, el mismo día en que envió sus primeros mensajes. La sala es propiedad de Caja Navarra, aunque su gestión corresponde a la Universidad Pública.
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