Chirac anuncia un cambio de Gobierno
La derrota del 'sí' en el referéndum desata una crisis en la clase política francesa
El presidente de Francia, Jacques Chirac, anunció anoche el próximo cambio del Gobierno que encabeza Jean Pierre Raffarin. "Les tendré informados en los próximos días de mis decisiones respecto al Gobierno", aseguró el jefe de Estado, que ha mantenido en todo momento su voluntad de no dimitir si fracasaba. Raffarin puso su cargo a disposición del presidente. El líder de los socialistas, François Hollande, compareció abatido ante los medios: el resultado muestra "la amplitud de la crisis en nuestro país", aseguró Hollande, que afrontará su propia crisis en la izquierda. Es la tercera vez en los últimos tres años que los franceses desautorizan a las élites que les gobiernan enquistadas en las instituciones creadas en 1958 por el general De Gaulle.
elección de Jacques Chirac. Nunca, en una primera vuelta, el futuro presidente había tenido tan pocos votos, y tampoco nunca en la segunda vuelta se había elegido un jefe del Estado casi por aclamación. Ahora los franceses le han pasado factura.
Saliéndose del guión previsto, Chirac compareció raudo en televisión para anunciar que tomaría "una decisión sobre el Gobierno en los próximos días", lo que no es otra cosa que el acta de defunción política de su primer ministro, Jean-Pierre Raffarin. Pero ya no tiene las manos libres, porque la gran paradoja de este referéndum es que lo han ganado quienes quieren proteger a Francia de los embates del liberalismo, quienes consideran que hay que levantar barreras proteccionistas, e incluso quienes vuelven a poner en duda la economía de mercado.
Pero quien acabará gestionando la nueva situación no será otro que Nicolas Sarkozy, el único que ha defendido la Constitución europea desde una perspectiva liberal, como instrumento para cambiar el país, para conseguir "un cambio mayor en nuestra política económica y social". En definitiva, alguien que la misma noche en la que la tesis que, supuestamente defendía ha sido derrotada, asegura: "Hay que devolver a nuestro modelo social el realismo que ha perdido". "Los franceses", añadió, "nos empujan a acabar con nuestros inmovilismos, a no ser pusilánimes, a acabar con nuestros hábitos y dedicarnos a poner en marcha el país".
Jacques Chirac tiene la responsabilidad de resolver el embrollo que él mismo ha creado al convocar un referéndum para dividir a los socialistas. El problema es que no está en condiciones de hacerlo. El partido gubernamental, la UMP, cuyas siglas chiraquianas comenzaron significando Unión para una Mayoría Presidencial, es hoy una máquina al servicio de su inevitable sucesor, Nicolas Sarkozy, y la mayoría ya no es presidencial sino Popular. Con el cambio de nombre el partido también ha cambiado de dueño, que no es otro que Sarkozy.
Esta semana Chirac está obligado a nombrar un nuevo Ejecutivo. Tendrá que pactar con Sarkozy todos los cargos, desde el primer ministro hasta el número de carteras: no controla el voto de unos diputados que saben que su futuro ya no depende del presidente de la República. ¿Qué pedirá Sarkozy? ¿La cartera de primer ministro? ¿La dimisión de Chirac?
Desautorizado en referéndum
El único precedente en que el jefe del Estado fue desautorizado en un referéndum, se saldó con la dimisión del general Charles De Gaulle en 1969. Él había creado la V República y conocía las reglas del juego. Nunca tuvo que cohabitar con nadie porque en el espíritu de la Constitución, el primer ministro sólo podía ser "el primero de los ministros". Pero en la biografía de Chirac no hay elementos que lleven a pensar que le preocupa otra cosa que no sea conservar el poder. Acaba de cumplir una década instalado en el palacio del Elíseo y en todo este tiempo Francia no ha resuelto ninguno de los problemas que la mantienen paralizada, en lo económico y en lo social.
Si éste es el panorama en la derecha gubernamental, la única izquierda que aspira a ocupar el poder, la que representa el Partido Socialista, ha salido de este envite hecha trizas. El PS nunca ha enfrentado las consecuencias de la inesperada derrota de Lionel Jospin en 2002. François Hollande, el mismo hombre que dirigía el partido durante aquella desafortunada campaña, ha llevado esta campaña como si nada hubiera pasado. Ayer era la imagen de la desolación. "Es a la izquierda", dijo, "tanto a la que ha votado sí como a la que ha votado no, a la que toca prepararse para el cambio, el auténtico cambio". Quien no habló ayer fue el traidor Laurent Fabius, el jefe del no, que ahora reclamará lo que cree que es suyo, que no es otra cosa que la candidatura a la presidencia en 2007.
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