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Críticas a los 'mossos' y abucheos a Maragall tras la tragedia de Berga

El presidente de la Generalitat ve "lógica" la indignación por la muerte de un joven

Berga, ciudad barcelonesa con cerca de 15.000 habitantes, celebró ayer el último y triste día de la fiesta de la Patum. El asesinato el sábado del joven Josep Maria Isanta, después de que un grupo camorrista irrumpiera en un concierto alternativo, estuvo presente en todos los actos. Durante la fiesta se leyó un comunicado en nombre de toda la población en el que se rechaza la violencia y se invocan los valores de la paz, la concordia y el respeto.

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La presencia del presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, en Berga fue acogida, por dos veces, con una sonora pitada por parte de los vecinos que achacan pasividad a los mossos en la noche del crimen. Varias pancartas preguntaban dónde estaban los mossos. La policía autonómica sostiene que recibió un primer aviso sobre la presencia de personas con navajas y que acudió al lugar en un minuto. Un segundo aviso, ya desde el lugar donde se producía el altercado, hizo que los agentes acudieran a ese otro punto en tres minutos. Los organizadores del concierto alternativo sostienen que llegó primero la ambulancia y que los mossos tardaron unos 30 minutos.

La relación de los mossos con el grupo organizador de los conciertos es tensa desde que el pasado otoño se produjo una carga policial contra algunos de sus miembros en el curso de una operación antidroga.

Seis de los 18 detenidos fueron trasladados ayer a Barcelona, donde pasaron a disposición de la Fiscalía de Menores. Según fuentes de los Mossos d'Esquadra, al final fueron siete los menores acusados y no ocho como habían informado, ya que un ciudadano polaco mintió sobre su edad. El séptimo menor, una chica, quedó libre hacia las tres de la madrugada del domingo al no hallarse pruebas suficientes.

Interrogatorios

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Los 11 detenidos restantes, nueve de los cuales tienen antecedentes policiales por violencia, siguieron siendo interrogados en la comisaría de Berga. Hasta las 23.30, vecinos de Berga y otros testigos que presenciaron los hechos declararon ante la juez de Berga que instruye el caso. También se hizo un reconocimiento fotográfico y físico a los detenidos. Durante los interrogatorios, familiares de los detenidos estuvieron concentrados delante de la comisaría para mostrar su rechazo a los arrestos. La madre de dos de ellos, del clan de los Catoños, hizo unas declaraciones despectivas sobre los vecinos de Berga y negó rotundamente que sus hijos estuvieron relacionados con la agresión. De los 18 detenidos, ocho son de nacionalidad española, tres ecuatorianos, tres marroquíes, dos polacos y dos dominicanos. Entre ellos hay varias personas, como Santiago S. P., muy conocidas por su actitud violenta y con antecedentes.

La Patum cambió su guión para homenajear a Isanta, miembro de una colla (comparsa) de la fiesta. Después de la Patum, Maragall se reunió con la citada colla y se comprometió a velar para que la justicia actúe. "Tenía que ser un día de fiesta y se ha convertido en un día de luto", dijo. En referencia a los pitidos, Maragall dijo que la indignación que se vivía en Berga era "lógica".

La indignación popular y las declaraciones de la madre de dos de los detenidos están a flor de piel en la ciudad. Entidades y colectivos se reunieron por la tarde para recoger firmas para un manifiesto en el cual se pide que se prorrogue el periodo de detención de los presuntos implicados en la agresión. Los promotores de la iniciativa temen que queden en libertad próximamente.

Las investigaciones apuntan a que el autor del asesinato es español, aunque la juez que instruye el caso ha declarado secreto el sumario. El cuerpo de Isanta fue trasladado el sábado a Barcelona para la autopsia. Sus restos volvieron por la tarde a Berga, donde se instaló la capilla ardiente.

El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, durante su visita a Berga.
El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, durante su visita a Berga.CARMEN SECANELLA

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