Fraga, Touriño y Quintana inician una dura pugna de tres semanas por la Xunta
El cabeza de cartel del PP afronta la recta final de su mandato con las encuestas en contra
Con 82 años y al mando de un partido que ha pasado en los últimos meses por una grave crisis interna, a Manuel Fraga le quedan tres semanas para intentar recuperar la mayoría absoluta que le niegan las encuestas. En circunstancias adversas como nunca había afrontado desde que alcanzó el Gobierno de Galicia, en 1990, el presidente de la Xunta se juega hasta el próximo 19 de junio el final de una carrera política que ha dilatado durante más de medio siglo. Emilio Pérez Touriño, de 56 años, candidato del PSdeG, es en esta ocasión el favorito. Fraga compite por quinta vez. Si fracasara, previsiblemente Touriño alcanzaría la Xunta con el apoyo del BNG, que en estos comicios pugna con Anxo Quintana (46 años) como cabeza de cartel.
Las elecciones generales de hace un año dejaron a Fraga sin el respaldo de lo que él llamaba su "Gobierno amigo" y revelaron además un fuerte crecimiento del PSOE en las ciudades gallegas. Los socialistas están convencidos de que la movilización del voto joven y urbano les permitirá compensar la fortaleza del PP en sus feudos rurales y alcanzar el Gobierno mediante una alianza con el BNG. El líder nacional del PP, Mariano Rajoy, también se juega parte de su futuro en la comunidad donde nació y donde comenzó su carrera política. Fraga y Rajoy se emplearán a fondo para presentar estas elecciones como una batalla en defensa de la unidad de España y contra cualquier alianza con el nacionalismo.
- Galicia y cierra España. Desde que Fraga anunció hace un mes la convocatoria anticipada de elecciones para el 19-J, el PP se ha comportado como un guionista a la búsqueda de una historia. El anuncio de elecciones estuvo precedido de una encendida campaña de la Xunta contra el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, al que acusa de incumplir el Plan Galicia aprobado por José María Aznar como compensación por la catástrofe del Prestige. Los estrategas populares advirtieron muy pronto que el enfrentamiento institucional no se podía mantener.
Desde entonces, el PP no ha mostrado un guión claro. Su mensaje más contundente ha provenido de las predicciones catastrofistas de Fraga y Rajoy sobre los peligros que acometerían a España en caso de que Galicia fuese gobernada por una alianza entre el PSOE y los nacionalistas. Ésa es la línea que se apunta en el PP cuando faltan seis días para el comienzo de la campaña: advertir a los gallegos de que está en sus manos evitar un Gobierno "como el tripartito catalán". También se adivina que, según se acerquen las elecciones, los dirigentes del PP pedirán el voto como una forma de homenaje final a la figura de Fraga.
- El futuro y ZP. Los dirigentes del PSdeG-PSOE tienen instrucciones de no utilizar la edad de Fraga como argumento electoral, pese a que las encuestas indican que ése puede ser uno de los factores de más peso a la hora de decidir el voto. Por detrás están los mensajes subliminales, como el que comunicaban las fotografías que se hizo el miércoles el líder socialista, Emilio Pérez Touriño, ejercitándose en un gimnasio de Santiago. Touriño repite a diario un mensaje muy sencillo. Las elecciones son una pugna entre el futuro y el pasado, y los socialistas encarnan los valores de la modernidad y de la juventud, de la nueva Galicia que ya no siente reflejada en la figura de Fraga.
La campaña socialista será una búsqueda constante de la movilización de ese electorado menor de 50 años, urbano o semiurbano, que, contra la tendencia tradicional en Galicia, se ha inclinado por el centro-izquierda. Touriño tratará además de hacer una campaña tranquila para no suscitar la reacción de una parte del electorado urbano del PP que, según las encuestas, está decidido a abstenerse. Lo demás, esperan los socialistas, vendrá del efecto Zapatero, reforzado con la participación personal del presidente del Gobierno.
- 'Cambio galego'. El nacionalista Anxo Quintana es el único debutante de los tres candidatos y el de menor edad, dos circunstancias que parecen haber pesado en la elección de su lema: Un país novo (en gallego, nuevo también se utiliza como sinónimo de joven). Pero el eslogan que más repiten Quintana y los dirigentes del BNG es "cambio galego". Los nacionalistas tratarán de convencer a esa franja de votantes tradicionalmente dudosa entre BNG y PSOE de que no basta con derrotar a Fraga. La verdadera transformación política, insisten, sólo vendrá de la mano del nacionalismo.
Quintana representa un estilo antitético al de su antecesor, el volcánico Xosé Manuel Beiras, con quien se enfrentó por la confección de las listas. El radicalismo verbal de Beiras, que conectaba muy bien con el electorado más joven, ha dado paso a un discurso contenido que busca, por encima de todo, no suscitar rechazo. Más que como una ideología, Quintana presenta el nacionalismo como un instrumento pragmático para mejorar la posición de Galicia. También ha difuminado los perfiles izquierdistas del BNG. Frente a las reticencias del PSOE para hablar de pactos, el BNG insistirá en presentarse como una pieza indispensable de la alternativa a Fraga.
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