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Reportaje:

Las claves del Proceso de Bolonia

El espacio universitario europeo no obliga a reducir titulaciones, pero sí a armonizar los sistemas de enseñanza superior

Gabriela Cañas

El proyecto del Consejo de Coordinación Universitaria de reducir drásticamente el número de carreras universitarias ha generado en España una amplia polémica. También ha obligado a evocar el llamado Proceso de Bolonia, un programa del que forman parte ya 45 países (la mayoría de ellos, europeos) y cuya finalidad es armonizar sus sistemas universitarios en 2010.

¿Obliga tal proceso a reducir titulaciones? En principio, no, dice la Comisión Europea, si bien los diferentes aspectos del proceso podrían aconsejar los cambios que cada país estime oportuno para facilitar la movilidad de los estudiantes, el reconocimiento mutuo de títulos, la generación de empleo y la calidad educativa.

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El Proceso de Bolonia se lanzó en esa ciudad italiana en 1999. Lo suscribieron 29 países europeos, entre ellos todos los de la actual Unión Europea (salvo Chipre, que se adhirió después) junto a Rumania, Bulgaria, Islandia, Noruega y Suiza. Ahora son ya 40 países y cinco candidatos, cuyos ministros de Educación han celebrado esta semana en Bergen (Noruega) su cuarta reunión política, ya que los encuentros de trabajo son más habituales. Las líneas directrices marcadas en sus diferentes encuentros, a las que los países se adhieren siempre de forma voluntaria, son las siguientes:

- Reconocimiento mutuo de titulaciones. Es uno de los puntos esenciales de la Declaración de Bolonia. Principio "crucial" del proceso, en palabras del comisario europeo de Educación Jan Figel. Se trata de intentar que los sistemas universitarios sean más compatibles y, por tanto, más comparables. Esto no conduce en principio a una homologación total de titulaciones ni tampoco a que se limite su número.

"Bolonia no afecta al contenido de los programas, al número o la diversidad de titulaciones", asegura Peter van der Hijden, del departamento de enseñanza superior de la Comisión Europea. "No hay necesidad de reducir el número de carreras", ratifica Pascale Balcon, responsable de evaluación de Eurydice, la red de información sobre educación en Europa. Para facilitar el reconocimiento mutuo de cualificaciones, los países socios de Bolonia optan por homologar la arquitectura con el sistema de ciclos y de créditos e intercambiando información.

- La estructura de ciclos. Es un sistema ya en vigor en la mayoría de los países signatarios, salvo en España, Portugal, Rumania, Andorra, la comunidad germana de Bélgica y en ciertas carreras en Suecia.

España introducirá este sistema a partir del curso 2008-2009, estableciendo el primer ciclo, el de grado (de 180 a 240 créditos; hasta ahora licenciatura) y el de posgrado (másters oficiales; de 60 a 120 créditos). El tercer ciclo es el doctorado, cuyo acceso por el momento no está armonizado. No en todos los países hay que seguir un curso teórico antes de hacer una investigación para obtener el título, como ocurre en España y Francia. Entre la información que se intercambian los países inmersos en este proceso se está incluyendo la descripción general de los ciclos, los contenidos y la evaluación de lo que son capaces de hacer los alumnos tras obtener un título de una determinada materia.

- Sistema de créditos. La mayor parte de los países signatarios de Bolonia ya lo han introducido aunque, como siempre, hay notables diferencias nacionales en su aplicación.

Los análisis de Bruselas destacan de España, por ejemplo, que su sistema no es europeo, sino nacional, y que aún está en plena adaptación en un proceso que terminará en 2010. Este sistema de créditos es crucial para favorecer la movilidad de los estudiantes. "Los estudios en el extranjero", ha dicho en Bergen la ministra noruega de Educación Kristin Clemet, "no deben seguir estando reservados a una élite como hasta hoy".

- Asegurar la calidad. Ha sido uno de los temas estrella de la reunión de Bergen. Los responsables educativos de la Declaración de Bolonia se han impuesto evaluaciones permanentes sobre la calidad de sus universidades y la mayoría de los países han establecido ya una agencia independiente no sólo para evaluar el nivel de calidad, sino para también otorgar las acreditaciones, como ocurre de hecho en España con la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA).

Algunos países, entre los que no está España, cuentan con la participación de expertos extranjeros y de la opinión de los propios estudiantes para hacer las evaluaciones externas. España, sin embargo, sí ha incorporado a profesionales del mundo laboral en tales evaluaciones, algo que tampoco está generalizado.

El Proceso de Bolonia se ha reorientado este año hacia la generación de empleo y crecimiento. Para ello, según una comunicación de la Comisión Europea de abril pasado, hay que modernizar la enseñanza superior y la investigación, lo que debería pasar por más inversión. El gasto medio en enseñanza superior en la Unión Europea es sólo del 1,1% del PIB (Producto Interior Bruto), frente al 2,5% en Canadá y el 2,7% en Estados Unidos.

Tanta distancia se debe, fundamentalmente, a la falta de inversión del sector privado. Se necesita también formar más investigadores. En este aspecto se habla de acometer "reformas profundas" en los sistemas nacionales. "Muchos países han aprovechado el Proceso para revisar todo su sistema", explica Pascale Balcon. "En otros ha habido polémicas, como en España. Son cambios con los que las autoridades nacionales creen más en línea con los objetivos suscritos".

- Países participantes. A los 29 países fundadores se han sumado, entre otros, Albania, Croacia, Rusia y Turquía. Los cinco países que quieren unirse al club y que han participado en la reunión de Bergen los días 19 y 20 de este mes son Moldavia, Ucrania, Armenia, Georgia y Azerbaiyán.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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