España, en la segunda división tecnológica
Un informe de la UE la sitúa en el último grupo de los Quince en innovación e investigación
Si los 15 países que componían la UE antes de la ampliación participaran en una liga para saber cuál de ellos innova más y mejor, España tendría que jugar en Segunda B, con Portugal y Grecia. Un informe de la UE ha dividido a los Quince en tres grupos según su capacidad de innovación, y ha situado a España en el tercero y último. Suspendemos en cuatro de las cinco áreas estudiadas.
España es el tercer país por la cola de todos los estudiados en el número de trabajadores dedicados a labores de I+D
Las empresas españolas eran, en el año 2000, las que menos innovaban de los Quince. Cuatro años antes la situación era mejor
El informe ha sido realizado por Eurostat, la agencia estadística de la Unión, y se titula La nueva economía en la Europa de los 15, un retrato estadístico. La idea es, según asegura el prefacio del estudio, "comparar los países para averiguar cómo están cumpliendo los objetivos de la cumbre de Lisboa". En 2000, los Quince se reunieron en la capital portuguesa y acordaron poner en marcha una serie de medidas -como liberalizar las telecomunicaciones o el transporte, asegurar la conexión de centros educativos a la Red y la formación de los educadores, o abaratar las conexiones a Internet-. El objetivo era convertir a Europa "en la economía más competitiva del mundo en 2010".
Este informe, de más de cien páginas, analiza la evolución de medio centenar de conceptos relacionados con ese objetivo, desde el año 1990. Los datos estudiados están agrupados en cinco grandes áreas: la innovación, los efectos de esa innovación, el contexto macroeconómico (crecimiento, sostenibilidad, inclusión social), las empresas y hogares, y las políticas públicas y gubernamentales. Todo ello, en relación con las nuevas tecnologías y la globalización.
El estudio se aventura a clasificar a los 15 países según su evolución en cada uno de estos cinco conceptos. Es una división en tres grupos: los países que logran mejor puntuación aparecen en el Grupo Uno; los que están en la media, en el Dos; y los que están "en la parte baja de la clasificación" aparecen en el Grupo Tres. España está en este último, junto con Grecia, Portugal y, a menudo, Italia, salvo en una de las áreas (el desarrollo de empresas y hogares), en el que aparece en el segundo nivel. ¿Cuáles son los problemas españoles que provocan que está tan atrasada en cada uno de estos conceptos?
Innovación. Es el corazón de la nueva economía, y "condición necesaria para un crecimiento económico sostenible", dice el informe. Los indicadores que miden el grado de innovación de los Quince son el gasto en I+D de las empresas, el número de patentes registradas -y, en concreto, tecnológi-cas-, las empresas innovadoras en los sectores manufactureros y de servicios, y los ingresos que pueden ser atribuidos a productos innovadores. En el caso español, y aunque el retraso es severo en todos los puntos, se da una circunstancia preocupante: entre 1994 y 1996, ocupaba el penúltimo lugar en el número de empresas que realizaban actividades innovadoras. Entre 1998 y 2000, y aunque aumentó el porcentaje total, lo hizo en menor medida que otros países. Conclusión: las empresas españolas eran, en 2000, las que menos innovaban de toda la UE (véase cuadro).
Efectos de la innovación. El estudio incluye una concepción muy novedosa de la innovación, valorándola según el efecto que provoca más que por su valor per se. Lo que trata de medir este indicador es la influencia de las innovaciones en las empresas que las aplican, ya sea en forma de un aumento de cuota de mercado o de las ventas eléctronicas. España sigue anclada en el grupo de cola aunque, en este caso, éste es muy numeroso (Luxemburgo, Austria, Irlanda, Alemania, Bélgica, Grecia y Portugal).
Contexto macroeconómico. El informe trata de averiguar cuál es el impacto del desarrollo de la nueva economía en conceptos macroeconómicos como el PIB per cápita, la productividad por empleado, la inflación o la balanza comercial. España aparece lastrada por el paro de larga duración (12 o más meses) y las manufacturas en tecnología; en ambos conceptos es el peor país de los Quince. España aparece, de nuevo, en el Grupo Tres, con Portugal, Italia y Grecia.
Empresas y hogares. ¿Cuál es la capacidad de las familias y las empresas para absorber las ventajas de la tecnología? En este apartado, a España le salva el hecho de ser el cuarto país de Europa en conexiones de banda ancha, y el que las empresas utilicen frecuentemente Internet como herramienta de trabajo. Gracias a ambos datos, España asciende al Grupo 2. En todo caso, es uno de los últimos países de Europa en tres de los conceptos más importantes: empleo dedicado a I+D (el tercero por la cola), trabajadores informáticos (el cuarto) y acuerdos de cooperación entre empresas y organismos dedicados a la innovación (el segundo).
Políticas públicas. España tiene una buena noticia que contar: el incremento en el nivel de educación fue el mayor de toda la UE. Además, es uno de los países más avanzados en el llamado gobierno electrónico, es decir, en la cantidad de gestiones con la Administración que se pueden realizar por la web. Sin embargo, los niveles de educación superior siguen siendo mucho más bajos que los de los países del norte y el centro de Europa. Además, las personas que ya trabajan no suelen poner mucho interés en su formación (el tercer país de la UE por la cola). Por tanto, y de nuevo, España está en el grupo de los retrasados.
La misma inversión que en 1900
El informe de la UE es muy negativo en lo que respecta a España, pero también lo es con el conjunto de los Quince. Según se explica en el estudio, Europa sigue perdiendo terreno con Estados Unidos en lo que a investigación e innovación se refiere.
El informe de Eurostat explica que, entre 1990 y 2002, sólo el Reino Unido -entre los mayores países de Europa- consiguió tasas de crecimiento cercanas a las estadounidenses. Este país supera a todos los de la UE en las manufacturas de tecnologías de la información -Japón también lo hace-, en la productividad del trabajo o en el registro de patentes, entre otros factores estudiados.
Y es que las inversiones en I+D que realizan las empresas europeas se mantienen estables desde hace años: los niveles de 2002 son similares a los de 1990, dice Eurostat. Es más, la inversión en tecnologías de la información cayó en 2003 respecto a los niveles de 2000, principalmente debido a la crisis financiera provocada por el estallido de la burbuja.com.
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