Desde Cataluña
Desde Cataluña las cosas no parecen ser como el señor López Burniol escribe en su reciente artículo ( EL PAÍS, 19 de mayo de 2005). Sus 19 conclusiones no son nada genuinas y ya las llevan defendiendo los grupos nacionalistas catalanes desde hace algún tiempo, aunque no reflejan la realidad catalana. Se entendía por política, entre otras cosas, la acción de plasmar y resolver lo que la sociedad demandaba y necesitaba. No parece que la política esté instalada en Cataluña, ¿Realmente cree López Burniol todo lo que dice?
Empieza asegurando que "Cataluña es una nación. Es decir, Cataluña es una comunidad con conciencia clara de poseer una personalidad histórica diferenciada y una voluntad firme de proyectar esta personalidad hacia el futuro mediante su autogobierno". ¿Acaso no sirve esta primera conclusión para definir a Salamanca? ¿O a Hospitalet? ¿O a España? ¿O, por qué no, a todo el Baix Llobregat?
Cataluña no necesita más recursos para que las clases dirigentes o, como usted dice, "grupo político-financiero-funcionarial-mediático" (grupo PFFM), pero radicado en Barcelona, gestione más dinero, tenga más recursos, obtenga más competencias. Estamos llegando a un punto en el que los grupos PFFM reclaman más autonomía para la región que gestionan para el interés particular de los militantes y allegados al grupo.
Barcelona llegó a ser la ciudad más cosmopolita de España durante toda la década de los setenta (sin tantos recursos), y con esta aureola recibía a intelectuales, literatos y filósofos, entre otros, que se sentían atraídos por la ciudad condal y se instalaban en ella (¿dónde están hoy?).
Evitemos el enfrentamiento entre los catalanes, y luego contra el resto de españoles, por invenciones nacionalistas que no están en la calle. Cristòfol Despuig, ya en 1557, decía de Cataluña no sólo formaba parte de España, sino que era la mejor de España. ¿Acaso Despuig era un botifler avant la lettre.
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