Otra vuelta por las televisiones
La desobediencia de los populares en la Cámara andaluza suscita la atención de todos los informativos
La otra vez que el Parlamento andaluz se paseó por todas las televisiones fue hace una década por un ataque de risa colectivo, sobrevenido después de un debate extenuante en el que se iba a dilucidar si se convocaban elecciones anticipadas o no. La tensión acumulada explotó pasada la media noche en forma de carcajada irresistible y contagiosa. En esta ocasión el periplo catódico de la Cámara autonómica es sobradamente más ignominioso, por mucho que algunos que no estuvieron en aquella gran risotada pusieran, y aún lo hacen, el grito en el cielo.
El jueves, el conjunto de los informativos de radio y televisión repicaron cómo los diputados del PP -a una hora de la mañana en el que las meninges están todavía frescas y pintureras- permanecían sentados mientras la autoridad de la institución rogaba machaconamente a sus señorías que desalojaran los escaños. El desacato desembocó en la suspensión del pleno. La presidenta de la Cámara, Mar Moreno, vino a decir que no cabía otra: o eso, o los sacaban en volandas, con lo que estrellato televisivo hubiera rebasado con creces los shares más exitosos de Gran Hermano.
Nada hacía esperar que el pleno entraría en la historia del histrionismo parlamentario. Como única pista, un detalle menor: el día anterior circuló el rumor de que los populares planeaban lucir un lacito verde en la solapa como símbolo reivindicativo de la "regeneración democrática", y algunos redactores gráficos estaban en guardia. El punto sobre la financiación autonómica había acaparado la atención informativa y cuando la presidenta del PP, Teófila Martínez, cogió el micrófono y soltó un acelerado speach sobre el abuso por parte de la Junta de las instituciones, la sesión era seguida con cierta desgana. Un sonoro abucheo hizo levantar los ojos. La desaprobación procedía de las bancas socialistas al detectar los carteles tamaño folio que habían desplegado sus adversarios con esmerada coreografía: justo cuando el presidente de la Junta, Manuel Chaves, iba a responder.
Se impuso la vocinglería. Quizás, lo más llamativo de esos primeros instantes fue que el portavoz popular, Antonio Sanz, tomara la palabra sin pedir permiso y sin atender las llamadas al orden. Moreno le cortó el sonido, aunque se lo devolvió cuando accedió a usar la fórmula parlamentaria correspondiente. Pese a sus insistentes pláticas extrarreglamentarias, Sanz no se mostró en ningún momento acalorado, exaltado o enardecido. Su tono fue incluso monocorde. Tanta era la templanza, que acertó a hablar varias veces por teléfono mientras sostenía firmemente el cartel. Un diputado de los alrededores dice que con un tal Javier (¿Arenas?), Sanz asegura que con su esposa. La cosa queda ahí, es una cuestión de fe, sólo cabe el comentario de que el portavoz del PP elige situaciones asaz embarazosas para entablar conversaciones domésticas. Desde la tribuna presidencial, un gesticulante Matías Conde (vicepresidente primero), alentaba a sus compañeros para seguir en la brecha. Él y la recién estrenada vocal María José García Pelayo continuaron en la Mesa después de que la presidenta suspendiera el pleno.
Manuel Chaves no esperó a que se reanudara la sesión tras la primera interrupción. Se marchó al despacho que tiene en la Cámara, desde donde -dicen los suyos- dio instrucciones para que el suceso no fuera a mayores. También es una versión socialista que al menos tres parlamentarios populares mostraron en privado su consternación por la desobediencia sostenida a la presidenta. Cuentan que después del bofetón que ha recibido el PP de los medios (editoriales y columnas de opinión) el patio no ha lugar precisamente a desmarques públicos.
El arrebato se reflejo en una imagen. Al finalizar el incidente, el resto de los grupos se mezcló en un locuaz pelotón para condenar lo ocurrido. El otro pelotón salió al jardín de las Cinco Llagas 20 minutos más tarde, compacto, prieto, pero solo.
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