Berlusconi se considera reforzado por el triunfo de su partido en Catania

Todos los partidos estaban pendientes de las remotas elecciones municipales de Catania, la ciudad siciliana donde Silvio Berlusconi había trazado la simbólica línea en la arena: su candidato (y médico personal) debía demostrar que las encuestas se equivocaban, que Forza Italia seguía viva y que aún era posible la victoria en las generales de 2006. La jugada le salió bien al Gobierno. El médico de Berlusconi, Umberto Scapagnini, triunfó sin necesidad de segunda vuelta y salvó a su paciente del riesgo de coma político. "A ver quién discute ahora mi liderazgo", declaró Il Cavaliere.

En otras circunstancias, pocos se habrían enterado de que en la región oriental de Sicilia se celebraban elecciones. Varios factores habían contribuido, sin embargo, a hacer de Catania la prueba definitiva sobre la solidez del sistema berlusconiano, agrietado por la crisis económica y los recientes reveses electorales. Los antecedentes: en 2001, la coalición del centroderecha venció en Sicilia por 61 a 0 y copó todos los puestos en liza. La persona: Scapagnini no sólo cuida la salud de Berlusconi, además le considera "genéticamente superdotado", "prácticamente inmortal" y "un regalo del cielo para todos los italianos". El dinero: el Gobierno ha invertido en la ciudad 520 millones de euros en cuatro años. Y la campaña: Berlusconi viajó a Catania para apoyar a Scapagnini.

Las urnas se abrieron el domingo por la mañana, se cerraron a las tres de la tarde del lunes y no quedaron escrutadas hasta el martes a mediodía. Fueron muchas horas de incertidumbre (nadie había contratado encuestas a pie de urna) hasta que concluyó un recuento insólito: uno de cada 80 habitantes figuraba en alguna de las 14 listas, y las papeletas medían casi un metro cuadrado. El centroizquierda venció en la mayoría de los municipios, pero se estrelló en Catania. Y la Casa de la Libertad, la coalición del centroderecha, pasó del derrotismo a una euforia exagerada. "En Catania nace la contraofensiva", afirmó Roberto Calderoni, de la Liga Norte. "La izquierda ha despertado de su sueño", proclamó Ignazio La Russa, de Alianza Nacional.

Crisis económica

Aunque el resultado fue una simple bocanada de oxígeno para un gobierno muy enfermo, llegó en buen momento. El ministro de Economía, Domenico Siniscalco, tuvo que comparecer ayer ante una comisión conjunta de Cámara y Senado para informar sobre la situación económica, tras el anuncio oficial de la entrada en recesión. Siniscalco había prometido decir "toda la verdad" y describió un cuadro "preocupante" pero "bajo control". El ministro reconoció que, con suerte, el crecimiento en 2005 podía ser del 0,6%, o incluso menor, y que el déficit rondaría el 3,7% del PIB. Las proyecciones resultaban aún peores, porque, con la tendencia actual, el déficit podría alcanzar el 4,5% en 2006.

Siniscalco prometió "un ajuste del gasto" y una campaña contra el fraude fiscal que, según él, permitirían evitar la desconfianza de los acreedores internacionales.