La conversión de 350.000 hectáreas en regadío en 10 años agrava la sequía
El Gobierno mantiene su plan de regar otras 130.000 hectáreas antes de 2008 pese a la escasez
España ha vivido un aumento del regadío en los últimos 10 años, en los que se han creado unas 350.000 hectáreas, según el Ministerio de Agricultura. El Ministerio de Medio Ambiente alerta de que este aumento del riego (un tercio en el Mediterráneo) dificulta la gestión de la sequía, la peor en 10 años. Mientras Agricultura insiste en que los nuevos regadíos son fundamentales para mantener la población rural, Medio Ambiente y los ecologistas denuncian el ritmo de crecimiento. El Ejecutivo mantiene su plan de crear 130.000 nuevas hectáreas antes de 2008, pese a la escasez de agua.
La agricultura consume el 75% del agua en España y, aunque no existe un único dato fiable, todos los estudios coinciden en que en los últimos 20 años ha aumentado la superficie regada. El Instituto Geográfico Nacional, del Ministerio de Fomento, acaba de concluir un estudio con satélite sobre el cambio del suelo entre 1990 y 2000. Según el informe, en esa década se crearon más de 350.000 hectáreas de regadío, una superficie superior a la provincia de Álava. En esa cifra entran cultivos regados todo el año, frutales, arrozales, viñedos y olivares, a los que se les dotado de sistema de riego. El director general de Desarrollo Rural del Ministerio de Agricultura, Francisco Amarillo, calcula que se han creado "35.000 nuevas hectáreas al año, menos que en otras épocas".
Las discrepancias surgen al evaluar el impacto. El secretario general para la Biodiversidad y Ordenación del Territorio, del Ministerio de Medio Ambiente, Antonio Serrano, asegura: "El aumento del regadío en zonas con déficit de agua dificulta la gestión de la sequía con respecto a la última sequía". Serrano apunta a la costa mediterránea. El informe de sostenibilidad del Programa Agua, que sustituye al Trasvase del Ebro, señala que en la costa han aparecido más de 100.000 hectáreas de regadío en 10 años. Y eso, en una zona con poca agua y cíclicas sequías.
Amarillo minimiza el impacto: "El nuevo regadío es fundamental para fijar a la población rural, y además de crear nuevas hectáreas se han modernizado muchos riesgos, lo que ahorra agua". Una hectárea de regadío produce seis veces más que una de secano y es una forma de evitar que los pueblos se queden sin gente. El Gobierno mantiene planes para crear unas 130.000 hectáreas de regadío, y subir del 15% actual al 25% de regadíos eficientes en 2008. "Queremos que un millón de hectáreas tenga riego localizado o por aspersión, lo que puede llegar a ahorrar un 60% de agua respecto el riego a manta", según Amarillo. Cada hectárea de regadío consume una media de 8.000 metros cúbicos al año, lo mismo que 45.000 habitantes en un día.
El presidente de la Federación Nacional de Regantes, Andrés del Campo, matiza el ahorro de la modernización: "Al modernizar se ahorra en una parcela, pero el agua que antes aparentemente se perdía retornaba a la cuenca. Así que el ahorro total al modernizar los regadíos en la cuenca es menor en el total que si miramos parcela a parcela". Los regantes apuestan por mantener la superficie actual antes que seguir aumentándola.
El profesor de Agrónomos de la Universidad de Córdoba Julio Berbel evaluó el aumento del regadío en el Guadalquivir para la Confederación Hidrográfica. La demanda de agua para riego en el la cuenca creció 400 hectómetros entre 1992 y 2002. El Trasvase del Ebro preveía llevar 1.000 hectómetros cúbicos.
Berbel apunta otros efectos de los nuevos regadíos: "En la sequía de principios de los 90, muchos agricultores perdieron cosecha de secano. Ese año les fue mal y ganaron poco dinero. Ahora será peor. Con el regadío han invertido en nuevos cultivos y han pedido préstamos, eso demuestra que el agricultor es emprendedor, pero si sigue sin llover las pérdidas serán mayores que hace 10 años. En ese sentido, el aumento de la superficie regada dificultará la gestión de la sequía".
La portavoz del PP en Medio Ambiente, María Teresa de Lara, afirma que los pantanos son necesarios y que los nuevos regadíos son positivos: "El medio ambiente tiene que ir ligado a desarrollo económico. Sin eso, no sirve".
Los ecologistas son los más críticos con los nuevos regadíos. Piden una revisión del coste de embalses y canalizaciones para llevarles el agua y el precio que pagan, como señala Santiago Martín, de Ecologistas en Acción. Es un discurso que ha mantenido, con matices, Medio Ambiente. Amarillo critica el planteamiento: "El regadío no se puede plantear en términos únicamente económicos. La agricultura consume el 75% del agua y supone el 3,5% del PIB, pero necesitamos población rural.Es bueno socialmente".
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