Un libro defiende los movimientos sociales como fuente de conocimiento
No se trata de ver los movimientos sociales como objeto de estudio por parte de la academia tradicional que observa la realidad, sino como generadores, ellos mismos, de conocimiento a partir de sus actos y movilizaciones. Así se podría definir la llamada investigación activista, una perspectiva de análisis de la realidad que defiende el libro Recerca activista i moviments socials, impulsado por el colectivo Investigació y editado por El Viejo Topo con la colaboración de la Fundación Jaume Bofill.
Sin embargo, el de investigación activista no es un término fácil de definir. Lo admiten sus propios defensores y lo pusieron de relieve el pasado jueves durante la presentación del libro. El catedrático de Ciencias Políticas Joan Subirats estuvo presente en la mesa del acto y se refirió a "un intento de cuestionar la pretendida objetividad de la ciencia que generan las universidades", una práctica que "pone en tela de juicio la capacidad de separar los sujetos que investigan del contexto de estudio". "Es una relación más simétrica de apropiación del conocimiento que cuestiona el falso neutralismo, aquel que afirma que los valores son patologías del conocimiento", afirmó Subirats. Se acabó, vino a decir, con el monopolio del conocimiento por parte de la academia: no se teoriza sobre la realidad desde despachos y aulas cerradas, sino desde la realidad para la realidad.
Recerca activista i moviments socials es fruto de las jornadas sobre la cuestión que se celebraron el año pasado en el Ateneu Popular de Nou Barris de Barcelona, que congregaron a 350 personas. En forma de artículos firmados por participantes en las jornadas, recoge cuestiones como la relación entre la investigación activista y la que se realiza en los centros universitarios o la importancia de las redes en este mecanismo de generación de conocimiento.
Otra cuestión que plantea el volumen es la nueva forma de gestionar el conocimiento que se produce en la investigación activista. Una gestión que se basa, por ejemplo, en la falta de autoría de los textos o acciones, de forma que desaparece el protagonismo de la generación de conocimiento porque se considera que ha sido generado de forma colectiva.
El copyleft -una calificación de las publicaciones que permite reproducirlas tantas veces como se quiera- frente al restrictivo copyright es otra de las formas de gestionar el conocimiento que defiende la investigación activista.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.