10 horas de cola contrarreloj
Miles de inmigrantes esperan largas colas en Madrid para regularizar su situación
Una riada de inmigrantes esperaba ayer una media de 10 horas, entre vallas y vigilados por la policía, a las puertas de la Tesorería de la Seguridad Social, situada en la avenida del Mediterráneo, de Madrid, para lograr los ansiados papeles.
La avalancha de peticiones en la recta final de proceso de regularización, que acaba hoy, ha hecho que se reforzaran los servicios en algunas oficinas. Una de ellas era la situada en la avenida del Mediterráneo que, junto con otras cinco en Madrid, atendía a aquellos inmigrantes que han conseguido en los últimos días los documentos necesarios para solicitar su permiso de trabajo y que se encontraron con que las oficinas que les correspondían estaban saturadas.
Es el caso del ecuatoriano Santiago, que vive en Móstoles (Madrid) y desde mediados de abril tiene todos los documentos pero, en el teléfono para pedir cita previa, le dijeron que en su ciudad ya estaban todas las citas dadas y que tenía que esperar hasta ayer para que se dispusieran oficinas en las que no es necesaria cita previa.
Santiago estuvo esperando de las siete de la mañana a seis de la tarde, rodeado de cientos de compatriotas pero también de personas procedentes de muchos puntos del planeta. Más de 1.200 habían entregado su solicitud en esta oficina a primera hora de la tarde.
A las puertas de la tesorería se producía una situación curiosa. Los que esperaban las más de 10 horas de cola eran los inmigrantes y cuando iban llegando a la entrada, llamaban por el móvil a su empleador, que esperaba en otra fila, mucha más corta, a que su trabajador llegara a la puerta. Pero también se daba la situación inversa. En un cuadrado vallado, a las 17.30, esperaban unos 22 extranjeros, que ya habían aguantado su respectiva cola, a que llegara su jefe por que sin él no podían pasar a las dependencias de la Seguridad Social.
Uno de los pocos empresarios decidió acompañar a su empleada durante toda la jornada era Julián, que dirige una empresa de distribución de publicidad. Estaba indignado con la espera. "Son unas circunstancias tercermundistas", decía indignado. Julián está muy satisfecho de poder regularizar a tres empleadas "muy trabajadoras", pero criticaba la forma en la que está desarrollando el proceso de regularización. Había tenido que esperar al penúltimo día porque la trabajadora ecuatoriana con la que estaba esperando acababa de recibir el certificado de penales.
Muchos de los que esperaban son los que en los últimos días han acudido en masa a los ayuntamientos para demostrar que viven en España desde el 7 agosto pasado, después de que el Gobierno decidiera hace tres semanas flexibilizar el procedimiento para inscribirse en el padrón. Como Ángela, también de Ecuador, que acababa de recibir el certificado de empadronamiento esa misma mañana.
También había un buen número que echaba la culpa a su empleador de haber tenido que esperar a estas fechas. "Mi hijo ha tenido dos jefes en este tiempo [desde que empezó el proceso] y ninguno lo quería regularizar", se quejaba el rumano Marín Cercer, que acompañaba a una amiga que finalmente decidió contratar a su hijo como empleado del hogar.
"Los que se pongan ahora en la cola no podrán entrar", advertía hacia la seis de la tarde un policía. Una de las que acababa de llegar era Lola, una madrileña dispuesta a esperar, aunque no la hacía ninguna gracia, toda la noche para regularizar la situación de Arminda, su asistenta: "He tenido que anular tres citas porque la faltaba siempre algún papel, pero ahora por fin ha conseguido el empadronamiento por omisión". "Mi hija la quiere mucho y yo no quiero tener una persona en casa sin papeles, por lo que he hecho todo lo que he podido para ayudarla", afirma.
Según un vigilante de seguridad, hoy la espera será mucho menor porque las 139 oficinas de la Seguridad Social repartidas por toda España atenderán sin cita previa de nueve de la mañana a nueve de la noche.
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