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EL DÍA DE LOS TRABAJADORES

Los sindicatos piden al Gobierno que no ceda ante las presiones de la patronal

Méndez y Fidalgo elogian en el Primero de Mayo las reformas emprendidas por el Ejecutivo

Lucía Abellán

La madrileña Puerta del Sol que acoge cada Primero de Mayo los discursos de los líderes de UGT y Comisiones Obreras vibró ayer menos que otros años. Tras meses de paz social y con una reforma laboral por decidir, los sindicatos eludieron lanzar muchas reivindicaciones al Gobierno. Sólo despuntó un mensaje relativo a esa reforma laboral de la que el Ejecutivo ha dado algunas pistas: los sindicatos no aceptarán los intentos de rebajar la temporalidad en el trabajo mediante un abaratamiento de los costes laborales. "Pedimos al Gobierno que no ceda ante las presiones patronales", resumió José María Fidalgo, líder de Comisiones Obreras.

Tanto Fidalgo como Cándido Méndez, su homólogo en UGT, insistieron en la necesidad de reducir la temporalidad, que afecta a uno de cada tres trabajadores, pero discreparon, sin citarlas, de las propuestas gubernamentales que han emergido hasta ahora: extensión a los nuevos contratos de la indemnización por despido de 33 días por año trabajado (frente a los 45 ordinarios) y penalización a los contratos temporales con un aumento de la cotización, acompañada de una reducción para los indefinidos. "Rebajar la temporalidad no se hace recortando derechos", proclamó Méndez. Más preciso fue Fidalgo: "No aceptaremos una reducción de la indemnización por despido porque eso no tiene que ver con la temporalidad", una afirmación que fue recibida con aplausos.

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Al término de la manifestación convocada en Madrid bajo el lema "Más empleo estable, mejor protección social", los dos dirigentes sindicales esbozaron sus recetas contra la eventualidad: mayor dotación a la inspección de trabajo, vigilancia a las contratas y a las subcontratas y reducción de la precariedad en la Administración pública. Fidalgo añadió que no hay otro modo de incrementar la productividad que mejorando la calidad del empleo, mientras Méndez insistió en que el actual modelo productivo, dependiente aún de los bajos costes, "no tiene futuro en la Europa de los 25".

Pero más enérgico que estas demandas resultó el reconocimiento de los logros del último año. Méndez admitió que la movilización de este año era "diferente" a otros. Frente a las fuertes protestas de 2002, por ejemplo, cuando el Primero de Mayo fue la antesala de la huelga general, la movilización se realiza ahora "para avanzar". La subida "histórica" del salario mínimo, el incremento de las pensiones y el proceso de regularización de inmigrantes fueron citados como ejemplos de pasos positivos. "El año transcurrido nos confirma la esperanza", remató Fidalgo.

También fue muy aplaudida la petición de construir el llamado cuarto pilar del Estado de bienestar, la atención a la dependencia. Los sindicatos reclamaron la ley que permitirá establecer una red social para el cuidado de las personas dependientes.

Méndez cerró el acto con una petición polémica: que se reconozca el derecho universal a la Seguridad Social y que se preserve el principio de caja única (es decir, gestionada exclusivamente por el Estado). Méndez abogó por la solidaridad interterritorial en España en un contexto en que se avecinan cambios en los Estatutos de autonomía de las comunidades.

Manifestación del Primero de Mayo por las calles del centro de Madrid.
Manifestación del Primero de Mayo por las calles del centro de Madrid.RICARDO GUTIÉRREZ

Batas blancas en la calle

Sólo un gremio acudió al Primero de Mayo con su uniforme de trabajo. Se trata de un grupo de médicos que asistió a la manifestación para protestar contra la gestión de la crisis del hospital Severo Ochoa de Leganés. La presidenta de la junta de personal del hospital, Isabel Serrano, se situó a la cabecera de la manifestación junto a los líderes de UGT, Cándido Méndez, y de Comisiones Obreras, José María Fidalgo. Serrano pidió la dimisión del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, que apartó al responsable de urgencias, Luis Montes, de su puesto tras una denuncia anónima por supuestas sedaciones irregulares que se habían producido en el hospital.

A la petición de Isabel Serrano se sumaron los líderes sindicales. Tanto los responsables de los sindicatos en Madrid como Fidalgo y Méndez clamaron en sus discursos por la defensa de la sanidad pública y responsabilizaron a Lamela y a la propia Esperanza Aguirre, presidenta de la comunidad, de la situación creada. "Los trabajadores del Severo Ochoa tienen toda la razón", sentenció Cándido Méndez.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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