Condenados tres surafricanos por matar y arrojar a un hombre negro a los leones
Un granjero surafricano blanco y dos de sus ayudantes fueron hallados culpables ayer por un tribunal de Johanesburgo de matar a un ex empleado negro y arrojar su cadáver a los leones. Los investigadores encontraron la calavera, unos pocos huesos y ropa hecha jirones en la zona cercada donde estaban los felinos, en una reserva de la norteña provincia de Limpopo.
El caso reveló cuán presente está todavía el racismo en Suráfrica. El público que llenó la sala las seis semanas que duró el juicio aplaudió cuando el juez declaró a los dos hombres, el patrón blanco y los ayudantes, ambos negros, culpables por el asesinato de Nelson Chisale. Ahora se espera que la condena sea dura y ejemplar.
El cruel homicidio ha conmocionado a la sociedad surafricana, que se precia de su transición pacífica a la democracia tras haber terminado 40 años de un régimen racista. Pero los grupos que todos los días protestaron frente al juzgado, las amenazas de bomba y la fuerte presencia de policías antidisturbios a la hora de dictar la sentencia, dejaron claro que el tema está lejos de ser zanjado y que los abusos siguen existiendo.Chisale había sido despedido de la granja de Mark Scott-Crossley y el problema comenzó cuando el ex empleado volvió para recoger sus pertenencias. Estando en la granja, otros dos empleados, Simon y Richard Mathebula, lo golpearon y amarraron a un árbol y continuaron torturándolo con cuchillos. Scott-Crossley dijo haber encontrado a Chisale ya muerto y decidió lanzar el cadáver a los leones por temor. La acusación nunca pudo comprobar si Chisale estaba muerto cuando fue arrojado a los leones.
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