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Reportaje:ELECCIONES EN EL REINO UNIDO

La guerra de Irak, en campaña

La difusión de un dictamen oficial sobre la ilegalidad de la invasión pone de nuevo en entredicho la integridad de Tony Blair

La guerra de Irak entró ayer en tromba en la campaña electoral del Reino Unido. La publicación de amplios extractos del dictamen emitido el 7 de marzo de 2003 por el asesor legal del Gobierno, lord Peter Goldsmith, revela que éste planteó hasta seis posibilidades de que la guerra fuera ilegal. Tan sólo 10 días después, Goldsmith cambió de opinión y aseguró en la Cámara de los Comunes que la acción militar se ajustaría a la legalidad. La revelación pone de nuevo en cuestión a Tony Blair, que se ha negado siempre a hacer públicos esos dictámenes.

El informe de lord Goldsmith no concluye que la intervención de tropas británicas sería ilegal, pero deja abiertas las puertas de par en par a esa opción al citar hasta seis posibilidades de que sí pudiera ser ilegal, según The Mail on Sunday. Eso refuerza la sospecha ampliamente extendida de que el principal asesor jurídico del Gobierno creía que la guerra sería ilegal para un juez británico si el ataque no recibía antes el respaldo del Consejo de Seguridad mediante una segunda resolución.

El texto filtrado refuerza la idea de que el asesor jurídico de Blair creía que la guerra era ilegal
Charles Kennedy quiere que las elecciones sean un referéndum sobre la guerra

La revelación del diario británico, a 11 días de las elecciones, introduce con fuerza en la campaña la cuestión de Irak, que hasta ahora estaba pasando con sordina, circunscrita a las especulaciones sobre qué efectos puede tener en el comportamiento del electorado. También reabre el debate sobre la integridad de Tony Blair, un asunto que se consideraba capital al empezar la campaña pero que había ido perdiendo fuerza a medida que la imagen de unidad proyectada por los laboristas ha ido centrando la atención en su obra de gobierno y consolidando su ventaja en los sondeos.

Los laboristas adoptaron ayer la estrategia de la discreción. El primer ministro apareció descorbatado y llamativamente moreno en un gran mitin del Partido Laborista en el sur de Londres. El tema central del mitin, al que el ex presidente Bill Clinton envió un mensaje vía satélite, era la lucha contra la pobreza, uno de los temas preferidos por Blair y, desde hace unos meses, por su gran rival interno, el ministro de Finanzas, Gordon Brown. Arropado por varios cientos de militantes, Blair se permitió ignorar la cuestión de Irak en su intervención.

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Por la mañana, el líder conservador, Michael Howard, redobló sus ataques personales contra Blair al asegurar que el dictamen de lord Goldsmith demuestra que "ni siquiera a la hora de llevar al país a la guerra ha dicho la verdad".

El líder demócrata-liberal, Charles Kennedy, exigió la inmediata publicación de todos los dictámenes de Goldsmith sobre Irak y pidió a los votantes que conviertan las elecciones "en un referéndum sobre Irak".

El problema para Blair es que las revelaciones del The Mail on Sunday refuerzan la extendida creencia de que la decisión de invadir Irak había sido tomada de antemano por el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y que Blair tuvo que presionar a diestro y siniestro para hacer ver lo contrario, lo mismo a los servicios secretos para que aportaran pruebas sobre los arsenales de Sadam Husein como a sus servicios jurídicos para diluir las dudas de la opinión pública.

Según el diario, lord Goldsmith emitió el 7 de marzo de 2003 un informe de 13 páginas que planteaba seis dudas sobre la legalidad de la invasión:

1. Es el Consejo de Seguridad, y no un Gobierno, el que ha de tomar la decisión de atacar. Aunque en teoría Blair puede decidirlo, en la práctica un juez británico podría decidir lo contrario.

2. Es cuestionable que se pueda atacar Irak basándose en la resolución 1.441 porque ésta habla de "serias consecuencias" para Husein si no la cumple, no habla de usar "todos los medios necesarios", habitual eufemismo para aprobar un ataque.

3. Sería mucho más seguro ir a la guerra con una segunda resolución del Consejo de Seguridad.

4. Es dudoso que la invasión se pueda justificar basándose en la resolución 678 de 1991 porque en la primera guerra del Golfo ya se descartó la invasión, en parte porque esa resolución no la aprueba específicamente.

5. Hay que tener en cuenta el segundo informe de Hans Blix, el jefe de los inspectores de la ONU. Ese informe, presentado horas después, pedía prolongar las inspecciones.

6. Estados Unidos no tenía las mismas restricciones legales que el Reino Unido porque el Congreso había dado poderes especiales al presidente para tomar la decisión de invadir.

Pese a todas esas dudas, lord Goldsmith hizo 10 días después una declaración en los Comunes en la que establecía la legalidad de la guerra. Dos días antes, Blair le había dado garantías por escrito de que Irak estaba violando las órdenes de Naciones Unidas.

El Gobierno dio a entender que la declaración de Goldsmith en los Comunes y una intervención oral en el Gabinete eran todo el material en el que se había basado para considerar la legalidad de la guerra. Según el periódico británico, Goldsmith había admitido sus dudas sobre la guerra ante los dos juristas del Ministerio de Exteriores que en 2002 habían emitido un dictamen al ministro de Exteriores, Jack Straw, en el que concluía que la invasión debía llevar el apoyo de una segunda resolución del Consejo de Seguridad. Elizabeth Willmshurst, número dos del departamento, dimitió al día siguiente de que Goldsmith declarara públicamente la legalidad de la guerra. Su superior, Michael Wood, no dimitió y luego fue nombrado caballero de la reina, según The Mail on Sunday.

El primer ministro británico, Tony Blair, durante un mitin ayer en Londres.
El primer ministro británico, Tony Blair, durante un mitin ayer en Londres.REUTERS

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