El mandil sigue siendo cosa de hombres
La final de ayer venía a confirmar que la cocina profesional, por el momento, sigue siendo territorio masculino. Entre los doce finalistas que se ataron el mandil, no había ni una mujer. Miembros de la organización confirmaron que entre los 28 participantes inscritos inicialmente, sólo había tres o cuatro chicas, aunque recordaron que en la anterior edición, la primera, la participación femenina fue algo mayor, y una se alzó con uno de los premios.
Los estudiantes lo confirmaron. "He echado de menos mujeres en el concurso", dice Daniel Castillo, que en su escuela tiene una de las mayores cuotas femeninas, la mitad. "Parece que la cocina sigue siendo un poco de hombres", constata. Pero en casa, todos reconocen que la que cocina es la madre, por lo que esta ausencia en los fogones de élite llama aún más la atención.
¿Puede ser que las mujeres prefieran trabajar en algo distinto a lo que se ha considerado tradicionalmente su terreno? Puede, dicen los participantes y algunos organizadores. Pero también admiten que aún existe cierto machismo en las cocinas profesionales. "A la hora de elegir las prácticas, hay sitios a los que no vamos porque sabemos que el jefe de cocina no nos va a tratar bien por ser mujeres", asegura María Victoria Llanos, de 27 años, compañera de clase de José Luis Ramos, el ganador en cocina de autor. En su escuela, el Convento de Santo Domingo, las chicas representan el 40%.
El machismo se nota, por ejemplo, en actividades físicas, como en el momento de acarrear peso, cuando los varones creen que han de ayudar porque las mujeres son más débiles, explica Llanos. Aunque algunas intenten ganarse un sitio en el mundo de la alta cocina, la propia casa sigue siendo el único sitio en donde las mujeres no encuentran competencia por ocupar el fogón. "Me caso en octubre, y creo que cocinará mi novia", dice Ramos entre risas. "Yo sólo lo haré en las ocasiones especiales".
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