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Berlusconi trata de evitar elecciones anticipadas

Enric González

El presidente del Gobierno italiano en funciones, Silvio Berlusconi, siguió ayer esforzándose en evitar el colapso de su coalición, que conduciría a unas elecciones anticipadas. Mientras el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, iniciaba la ronda de consultas con los jefes de los distintos grupos parlamentarios para tomar el pulso a la situación, el dimitido Berlusconi se reunió con cada uno de sus aliados para alcanzar un acuerdo sobre los temas que les dividían: reforma federalista, política fiscal y ayudas al desarrollo del sur. "Mañana mismo [por hoy] estaré en condiciones de dar al presidente una lista de ministros", aseguró Berlusconi al final de la jornada.

Una cosa quedó clara: podía descartarse la opción de un gobierno institucional, un instrumento muy común hasta la implosión de los partidos clásicos en 1992. Ni Ciampi ni Berlusconi ni la oposición aceptaban que un Gabinete de perfil tecnocrático gestionara el país hasta el final de la legislatura, en primavera del año próximo.

El presidente de la Cámara de Diputados, el democristiano Pierferdinando Casini, fue el primero en acudir al palacio del Quirinal para entrevistarse con el presidente de la República. Casini, principal candidato a dirigir un hipotético gobierno institucional, fue muy claro: si no se conseguía reconstituir la coalición conservadora con Berlusconi como líder, había que convocar elecciones.

El líder de la oposición, Romano Prodi, declaró que cualquier nuevo Gobierno que Berlusconi pudiera formar sería "un Ejecutivo frágil e incapaz de tomar decisiones", lo que acarrearía graves consecuencias para un país en situación económica delicada y bajo vigilancia de la Comisión Europea por el desbordamiento del déficit. "La mayoría formada tras las elecciones de 2001 ya no cuenta con el respaldo popular, como reflejaron las elecciones regionales (del 4 de abril)", dijo Prodi, para exigir una llamada a las urnas. El líder del centro-izquierda se opuso también a que la reforma constitucional federalista fuera definitivamente aprobada. La Liga Norte, impulsora y hoy única defensora del federalismo, hizo saber a Berlusconi que si la reforma fuera frenada abandonaría la coalición de Il Cavaliere.

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