Sustos cinéfilos
En un episodio de Dawson crece, sus protagonistas se veían inmersos en una noche de miedo ambientada en un viernes 13. Los guiños cinéfilos se sucedían en un capítulo autohomenaje en el que Kevin Williamson, creador de la serie, no dejaba de mirarse el ombligo al utilizar un metalenguaje cuyo origen era él mismo y una de sus obras: Scream, película de 1996 que supuso un punto de inflexión en la reciente historia del cine comercial de terror adolescente. El guionista Williamson regresa ahora con La maldición, acompañado de nuevo por Wes Craven, el hombre que puso en imágenes aquellos sangrientos recuerdos de niño grande pergeñados en Scream. El tándem, sin embargo, se ha estancado en una fórmula que ya no da más de sí. Un terror de baja intensidad cargado de referencias al que habría que calificar simplemente como cine de susto.
LA MALDICIÓN
Dirección: Wes Craven. Intérpretes: Christina Ricci, Jesse Eisenberg, Joshua Jackson, Portia de Rossi. Género: terror. EE UU, 2005. Duración: 97 minutos.
Centrada en ambiente colegial, La maldición está protagonizada por ese bicho raro que hasta hace poco daban collejas en clase y al que los guionistas mataban en el primer rollo, y que ahora se ha convertido en héroe. La licantropía juvenil del filme convierte otro divertimento como Un hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981) en el colmo de la madurez. Eso sí, la ironía continúa en su sitio (¡"niña, con la plata no se juega!"), y, más que el miedo, lo que funciona es el chiste, como ese museo del horror en el que, junto a la tumba de Drácula, los tornillos de Frankenstein y las agujas de Hellraiser, conviven las estatuas de cera de Céline Dion, Janet Jackson y Cher.
Babelia
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