Física de todo a cien

Belén, de siete años, es capaz de mover un pequeño trozo de papel de aluminio, que flota dentro una botella llena de agua, simplemente presionando con el dedo el recipiente. Si desliza su mano hacia abajo, el papel se hunde. Si sube el dedo, vuelve a flotar. Durante unos momentos, Belén cree tener poderes. Pero no es magia. Es física. Así se lo explica, Jesús Matos, el presidente de la Asociación de Profesores Amigos de la Ciencia Eureka, un colectivo, que, en sus clases y actividades extraescolares, acerca las lecciones con risas, juguetes y utensilios baratos de la vida cotidiana.

En la librería Quentum, en Cádiz, la asociación reunió a medio centenar de escolares y a sus padres en una jornada que presentaron como Todo a 100-cia. Una manera de resumir en una frase que los objetos más accesibles y habituales bastan para probar principios físicos fundamentales. "La ciencia genera un gran rechazo inicial entre los alumnos. Queremos demostrarles que es algo que les rodea, que es mucho más cercana de lo que piensan", explica Matos.

El presidente de la asociación ejerce de maestro de ceremonias de su "espectáculo científico". Hay alguna que otra probeta, pero la mayor parte del material que utiliza no sale de ningún laboratorio. Son botellas, globos, un secador, una pelota o una lata de refresco. Jesús Matos se enfrenta a una primera dificultad. La edad de su público joven oscila entre el año recién cumplido y los 16. Trata de convencer a todos con palabras y experimentos sencillos. "¿Veis esta botella abierta? ¿Qué hay dentro?", pregunta. "¡¡¡Nada!!!", responden al verla vacía. Un niño corrige. "Tiene aire". Y Jesús le da la razón.

Después enseña otra botella con un globo dentro a medio inflar. Mediante un sencillo sistema de jeringuilla, extrae el aire de la botella y el globo se expande por sí solo, ante la sorpresa de los asistentes. "El globo no podía crecer porque se lo impedía el aire que había en la botella. Al quitar ese aire, el globo se pone más cómodo", explica Jesús.

En los experimentos, que el profesor también pone en práctica en las clases de su instituto, participan niños y padres. A Belén le ha tocado demostrar que el agua no se puede comprimir. Al presionar con el dedo una botella en la que flota un trozo de papel de aluminio, es capaz de mover a su antojo este objeto. "El agua es incompresible, que no incomprensible. Si presionamos la botella, hacemos más pequeño el aire que tiene el papel y hacemos que pese más, de ahí que se hunda".

Los padres debaten entre ellos los secretos de los experimentos y proponen algunas respuestas, no siempre acertadas, sobre las causas de algunos fenómenos. Los más pequeños se disputan levantando la mano ser los protagonistas de las pruebas. Una niña vestida de girl-scout es la elegida para lanzar gritos a través de un tubo que proyecta una pequeña luz roja en el techo. Su potente voz altera la figura luminosa y el punto rojo se convierte en varias líneas durante el tiempo que el grito se mantiene. La vibración sonora tiene también, según explica el maestro, su explicación científica. Mediante un soplo, un niño voluntario trata de introducir una ligera pelota de papel en una botella vacía. No lo consigue. "En esta botella ya no cabe más aire", resuelve el profesor.

Cascanueces hidráulico

La sesión avanza con nuevas pruebas de las posibilidades de la física. Un padre trata de inflar un globo introducido en una botella, pero le es imposible. A su hijo, en cambio, le resulta sorprendentemente fácil. Tenía truco: un pequeño agujero que, si se tapona, impide que el globo aumente. Hay inventos que llaman la atención. Como un cascanueces hidráulico. Presionando una jeringuilla con agua, el incompresible líquido, atrapado en una probeta, trata de hacerse su espacio y es capaz de partir frutos secos.

Y también hay nociones básicas de química, con la mezcla de vinagre y bicarbonato, que produce CO2, o la combustión de una vela dentro de una probeta con líquido. "Esto no lo vayáis a hacer en casa", aconseja el profesor cada vez que juega con fuego o elementos más peligrosos. Utiliza también botes con agua coloreada, cuyo nivel baja o aumenta por las leyes de la física. Todo es de fabricación casera.

Con una lata de refresco, Jesús descubre los secretos de la presión atmosférica. La lata tiene algo de agua en su interior, la calienta y el líquido se convierte en vapor. Después lo enfría rápidamente y el vapor de agua desaparece. De pronto, la lata se arruga. Es, según relata, una implosión. "Todo el aire que está por fuera quiere entrar en la lata y la estruja. Eso lo hace la presión atmosférica".

Al final de la sesión, repite el experimento de la lata. Pero lo hace al aire libre y con un bidón de 25 litros. Calientan con un hornillo el agua almacenada, que pasa a convertirse en vapor. Finalmente, le echan hielo encima, el vapor desaparece y el enorme bidón se comprime solo ante multitud de curiosos. La física ha actuado una vez más. Jesús concluye con una petición: "¡Un aplauso para la presión atmosférica!".