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Reportaje:CRÓNICA EN VERDE

Los cimientos sostenibles

La industria cementera andaluza aprovecha más de 46.000 toneladas de residuos al año

Al igual que en otras muchas parcelas de la gestión ambiental, Andalucía se ha convertido en una región pionera, a escala continental, en lo que se refiere a la organización del sector cementero. Los principales fabricantes de este producto estratégico, junto a los sindicatos CC OO y UGT, constituyeron, hace dos años, la Fundación Laboral Andaluza del Cemento y el Medio Ambiente (Flacema) que, con el apoyo de las Consejerías de Medio Ambiente e Innovación, desarrolla diferentes iniciativas encaminadas a reducir el impacto ambiental de esta actividad y, en definitiva, a mejorar su sostenibilidad.

Flacema, que se ha convertido en un modelo a aplicar en otras comunidades autónomas y también a escala nacional, organizó el pasado marzo el primer congreso de la industria cementera andaluza, que sirvió para actualizar la situación del sector y revisar algunos de sus compromisos ambientales. El primer dato que llama la atención, y que se puso de manifiesto en este encuentro, es el consumo de cemento a escala regional, ya que en Andalucía se demandan cada año 1.250 kilos por habitante, mientras que la media española se sitúa en los 1.100 kilos por habitante/año y la media de la Unión Europea apenas rebasa los 500 kilos.

Tanto en producción (más de ocho millones de toneladas al año) como en consumo, Andalucía lidera en España el sector del cemento, actividad que en esta región factura unos 500 millones de euros al año, emplea, directa o indirectamente, a más de 6.000 trabajadores y crece a un ritmo del 10% anual. Mantener esta actividad exige, al mismo tiempo, un elevado consumo de energía y la generación de notables emisiones contaminantes, por más que desde 1975 este tipo de industrias, sometidas a una creciente presión legislativa emanada de Bruselas, hayan conseguido reducir en un 36% su demanda energética y estén aplicando ya nuevas soluciones tecnológicas encaminadas a reducir sus vertidos a la atmósfera.

Neumáticos y harinas

En este sentido, uno de los objetivos de Flacema es promover el uso de determinados residuos como sustitutos de los combustibles fósiles, procedimiento con el que se resuelve la gestión de algunos desechos, evitando su depósito en vertederos y, al mismo tiempo, se reduce el consumo energético. La valorización energética de residuos, que así se denomina esta práctica, supone el aprovechamiento, en los hornos de las cementeras andaluzas, de una importante cantidad de neumáticos usados, harinas animales, residuos de plástico y papel, disolventes, pinturas y aceites.

Si a los residuos de los que se obtiene energía se suman otros subproductos y desechos que pueden aprovecharse, como materia prima reciclada, en la elaboración del cemento (desde escorias de altos hornos hasta cenizas de centrales térmicas), las diferentes cementeras que operan en Andalucía llegan a aprovechar, cada año, cerca de 47.000 toneladas de residuos, lo que supone el 30% de todos los que se emplean, para estos fines, en el conjunto de España.

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Esta estrategia se suma a otras con las que el sector del cemento trata de acomodarse a las exigencias del Protocolo de Kioto, que exige limitar las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera para frenar el cambio climático. Las emisiones totales de este gas, por parte de las cementeras españolas, pasaron de 21,14 millones de toneladas en 1990 a 26,58 millones de toneladas en 2002, y el sector ha solicitado a la Administración que, de acuerdo a los compromisos de Kioto, se le asignen, para el periodo 2005-2007, unas emisiones globales en torno a los 30 millones de toneladas/año, cifra que el Gobierno central está dispuesto a cubrir, como máximo, en un 94%.

El crecimiento de la industria cementera está, por tanto, condicionado por esta exigencia de mejora ambiental, de manera que sólo podrán alcanzarse las previsiones de producción si, entre otras medidas, se mejora la eficiencia energética, se incrementa la valorización de residuos y se emplean combustibles menos contaminantes.

De hecho, y según Rafael Fernández, director general de la Agrupación de Fabricantes de Cemento de España (Oficemen), la tarea de reducir las emisiones de dióxido de carbono no es fácil ni se puede conseguir a muy corto plazo, ya que, por ejemplo, "para sustituir 550.000 toneladas de carbón convencional se necesitan unas 900.000 toneladas de residuos adecuados". El sector reclama, por tanto, a las diferentes administraciones que den los pasos necesarios, como se viene haciendo en Andalucía, para que al menos se pueda utilizar cada año, y a escala nacional, ese volumen de desechos.

sandoval@arrakis.es

El precio del humo

Desde Ecologistas en Acción nunca se ha considerado una fórmula aceptable la valorización energética de residuos, lo cual no impide que este colectivo haya solicitado a la industria cementera andaluza que estas prácticas se lleven a cabo "con las máximas garantías ambientales, y que se aplique una política de absoluta transparencia informativa que permita conocer a los ciudadanos las características de los desechos que van a parar a los hornos, su cantidad y las emisiones contaminantes que generan".

Mientras que las empresas reclaman una mayor disponibilidad de residuos aptos para su uso como combustible, los ecologistas sostienen que la Administración debe limitar el empleo de este recurso, ya que lo ideal sería reducir el volumen de desechos desarrollando, de forma prioritaria, programas de prevención, reutilización y reciclaje. Dicho de otra manera, Ecologistas en Acción advierte de que "la valorización energética en cementeras no puede sustraer residuos de tratamientos ambientalmente más correctos".

Tampoco hay coincidencia de opiniones cuando se trata de enjuiciar la fiscalidad ecológica, herramienta que en Andalucía comenzó a aplicarse a finales de 2003. El impuesto con el que se viene gravando a las empresas que, entre otros gases contaminantes, emiten dióxido de carbono a la atmósfera, le ha supuesto al sector cementero, a lo largo de 2004, un desembolso cercano al millón y medio de euros. No es extraño, por tanto, que los representantes de esta industria hayan calificado la iniciativa de "precipitada e inoportuna", lamentando que sus efectos sean "más recaudatorios que finalistas o ambientalistas".

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