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Columna
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Perfecto

Se querelló el PSOE en Sevilla contra Javier Arenas, del PP, por calumnias e injurias. Arenas había hablado de corrupción en Andalucía, el PSOE fue al juez, y ahora un juzgado de Sevilla se declara incompetente en el caso, que incumbe al Tribunal Supremo, como deben de saber los socialistas, entre quienes militan multitud de abogados y cientos y cientos de diputados de sucesivas legislaturas. Arenas es diputado del Congreso y, como tal, su asunto corresponde al Supremo. El auto del juez de Sevilla se permite un poco de ironía sobre la ignorancia de los querellantes, y los remite a la página web del Congreso, para que comprueben que Arenas Bocanegra es parlamentario nacional.

Puesto que los supuestos delitos de Arenas no exigían una urgente, elemental y necesaria intervención judicial y policial, como hubiera ocurrido en un caso de atraco u homicidio, es incomprensible que el PSOE acudiera a un juzgado que, forzosamente y desde el comienzo, tenía que declararse incompetente e inhibirse en el asunto. El gesto del PSOE estaba fuera de lugar. Era absurdo, a no ser que lo miremos desde un punto de vista publicitario: la querella era un simulacro de querella, una alegría propagandística. Yo la veo una nueva falta de respeto a los ciudadanos, a quienes se considera superficiales en bloque, o sólo profundamente ignorantes uno por uno.

La política, despreciada por nuestros partidos, ya casi únicamente interesa a fanáticos y políticos profesionales, o, simplificando, a profesionales del fanatismo. Así que agradezco la aparición ocasional de debates, aunque sean irresolubles. En mi colegio infantil, católico, nos hubiéramos interrogado estos días: ¿Es realmente posible la elección de un Papa negro? Y ahora la ministra de la Vivienda, Trujillo, plantea en la apertura de una feria internacional de la construcción, en Barcelona, una pregunta vital: ¿Es posible vivir en 30 metros cuadrados? Inmediatamente ha recibido testimonios desde distintos puntos del espacio y el tiempo. Estudiantes españoles en Europa y supervivientes del franquismo han contestado como si fueran viajeros interastrales o exploradores del fondo de la Tierra, protagonistas de una experiencia increíble.

Yo también he vivido en 30 metros cuadrados. Vivir en 30 metros puede ser perfecto para una o dos personas si la vivienda es buena, austera y razonable. Lo que verdaderamente cuenta es lo que hay alrededor de los 30 metros: la resistencia y espesor de las paredes, la calidad de las puertas, ventanas, tuberías y grifos, el material de los sanitarios, el barrio. Las casas para disminuidos económicos se levantan tradicionalmente en los peores lugares, con la peor materia prima y un diseño criminal provocador de incomodidad crónica y desesperación incurable. ¿Respetarán la tradición los nuevos pisos miniatura? Están pensados para jóvenes y eternos trabajadores eventuales, inmigrantes temporeros, y ancianos o "personas de gran porvenir", como llama a los viejos el novelista Jean-Christophe Rufin en Globalia, un novelón futurista que trata del presente. Es grande la nada que nos espera.

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